LA BONDAD HARÁ PROGRESAR EL MUNDO
Pertenecía a un grupo cristiano. Aquel domingo habíamos tenido una convivencia con su grupo. Yo, en un momento de la convivencia, en el diálogo ?casi al paso y sin venir mucho a cuento, puesto que no era el tema central de la convivencia, había comentado algo así como que nuestro mundo, para progresar de verdad, no necesita tanto de más cosas ni de más progreso material, cuanto de más bondad. Y les cité este texto de Ladislao Boros: "No son la apariencia, el éxito, la justicia propia y el propio enriquecimiento los que hacen progresar al mundo, sino aquello que adquiere su plenitud por pura bondad humana. Pero el hombre sólo es capaz de esto, cuando aquellas cosas se convierten en relativas para él".
En aquel momento bajábamos del santuario de Ntra. Sra. de la Fuensanta, en Murcia, donde habíamos convivido aquel día. De pronto mi amigo me dijo:
"Jesús, es verdad: no es el enriquecimiento, ni el éxito lo que hace progresar al mundo, ni a nosotros mismos. No es lo que nos hará más felices. Mira, yo necesito un coche y tengo tres: éste -era un Mercedes-, un todoterreno y otro más pequeño para moverme por la ciudad; yo necesito una casa, y tengo cuatro: la de Murcia, la que conservo en el pueblo, la de la finca que visitaste el otro día y la de la playa...".
Y mi amigo fue enumerando cosas de las que sólo necesitaba una... y de las que tenía varias. Después añadió: "Y, sin embargo, nunca he sido feliz, siempre he sentido que me faltaba algo. Y a mi alrededor las cosas no iban mejor. Yo soñaba con hacer cada vez más grande mi empresa y que todo progresara. Me decía: tengo que progresar yo, mi familia tiene que progresar, tengo que hacer algo por el progreso de mi pueblo… Y me entregué al trabajo como un loco. Y sí, cada vez yo he tenido más; mi negocio ha ido creciendo; cada vez tengo más empleados, pero te digo que a mi alrededor las cosas no mejoraban. Mi matrimonio y mi familia ya sabes cómo ha llegado a estar...; en la fábrica cada vez había más descontento entre el personal, y yo... bueno, ¿para qué decirte? Tú sabes bien cómo estaba hasta hace un par de años."
(Y sí, lo sabía. Había mantenido con él varias largas conversaciones en aquel entonces; sabía de su profundo hastío de sí mismo y de todo. Un hastío que le llevó una tarde hasta un pantano del contorno, y no con ánimo de admirar la belleza del paisaje y llenar sus pulmones de vida, precisamente, sino de quitarse la vida.)
"Ahora soy muy feliz -continuó- y hay más felicidad en mi casa y hasta en mi empresa. ¿Y sabes por qué han cambiado las cosas? Porque un día me dije: ´Ya está bien de progreso´. Y, desde entonces, lo que he buscado ha sido ser más bueno con todos y en todas las cosas. Esto es lo que me ha importado de verdad en estos dos últimos años. No, ganar más..., sino estar más con la familia que tenía abandonada; escuchar más a mi mujer y a mis hijos; ser más amigo de mis empleados y no el ogro que pagaba bien, pero los trataba a patadas. Y hasta a mí mismo he empezado a quererme un poco más, aunque cada vez descubro que tengo muchos defectos y limitaciones. Y ¿sabes qué te digo? Que los negocios no han ido peor."
Cierto, las cosas debían de haber cambiado mucho en torno a mi amigo: al que antes veía amargado y hastiado de la vida, ahora ¡se le veía tan feliz!...
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