El divorcio y los hijos
Comienzo con esto que el psiquiatra y profesor de psicología en
la Complutense, Aquilino Polaino, afirmó en una conferencia: “Quieren
(los padres) rehacer su vida y no se dan cuenta de que deshacen la de sus
hijos... Está comprobado que los niños sufren más con el divorcio de sus padres
que con la muerte de uno de ellos. El divorcio de los padres provoca en los
hijos crisis de ansiedad, que en un adulto supondría por lo menos pedir una baja
laboral, pérdida de la seguridad en sí mismos o trastornos de personalidad, con
consecuencias como el bajo rendimiento escolar, que supone en los niños una
frustración igual a la de un adulto cuando pierde el trabajo.”
Efectivamente, ante la separación de los padres, los hijos lo
pasan mal. Demasiado mal. La separación siempre es traumática y dolorosa para
todos; pero especialmente para los hijos pequeños. Mucho más de lo que los
padres llegan a creer. Centrados en su dolor, los padres a veces no son
conscientes del dolor de los hijos. Los psicólogos con experiencia clínica
afirman que el niño, ante la separación de sus padres, experimenta una verdadera
crisis de ansiedad y angustia y una gran inseguridad emocional. ¿Qué será de mí
y de mis hermanos?, -me preguntaba con angustia el hijo de un matrimonio amigo
en trámite de separación. - Tus padres te quieren; tú eres lo más importante
para ellos – le decía yo. Y él, llorando, arguyó: - Entonces ¿por qué se
separan?
El niño, en efecto, necesita el afecto y la presencia de sus
padres –del padre y de la madre- para sentirse seguro. Por ejemplo: ¡qué
destructora de la autoestima del niño es la separación de los padres! El no
comprende que sus padres le quieran... ¡y le hagan el daño que le hacen
separándose! Por eso piensa que no es importante para ellos.
El niño necesita saber y sentir que sus padres están a
su lado en cualquier momento... Mientras los padres permanecen unidos, el niño,
ante los problemas, sabe que ellos están ahí y puede contar con ellos. Cuando se
separan, experimenta que se hunden los pilares que le daban seguridad ante la
vida. De ahí su angustia: en adelante, ¿en quién se apoyará?
La perturbación que experimenta el niño suele manifestarse,
especialmente, en el descenso del rendimiento escolar, como constatan los
profesores, así como en el comportamiento con los compañeros, que comienza a ser
más conflictivo y hasta violento. Más: no es infrecuente que estas conductas
conflictivas desemboquen en conductas antisociales en la adolescencia y en la
juventud. Además, el niño puede llegar a desarrollar un fuerte sentimiento de
culpabilidad, que le angustia, puesto que piensa que él es el culpable de que
sus padres se separen. Sobre todo, cuando a los niños se les involucra en el
problema, al buscar alguno de los padres –con una inconsciencia incomprensible-
que se alíen con él contra el otro cónyuge. Ese meter a los hijos por medio, ese
querer ganárselos para la propia causa y tomarlos como moneda de mercadeo frente
al otro progenitor, a quien se quiere castigar en los hijos...¡cuánto daño les
hace!
Es lo que sucedió a Rosi. Tenía ya 22 años y las cicatrices
seguían ahí, muy en carne viva: insegura, con muy baja autoestima, acomplejada,
con un fuerte sentimiento de culpabilidad, con una inmensa rabia y resentimiento
en su corazón... Y ¡negándose a creer que era digna de ser amada! Dos intentos
de formar pareja llevaba ya, y ambos habían fracasado.
Todo empezó cuando apenas tenía diez años. Su padre bebía,
aunque no en exceso, y a su madre la describe como una mujer vanidosa y
casquivana, muy pagada de su belleza, y que disfrutaba flirteando
inconscientemente con unos y con otros.
Lógicamente el matrimonio comenzó a resquebrajarse. Sus padres
se plantearon la separación. Y Rosi comenzó a hundirse. El miedo y la angustia
se apoderaron de ella. La madre, con malas mañas y falacias, logró que los hijos
se aliaron con ella contra el padre. Me cuenta Rosi:
- Siempre hablaba mal de él y le echaba la culpa de todo. Me
enviaba para que le dijera que no queríamos estar con él, que él tenía la culpa
de todo... ¡cuando la culpa era de ella! ¡Bruja!... ¡Manipuladora!... Después me
di cuenta... ¡Cómo me duele lo que hice sufrir a mi padre con lo que le decía!
Las fiestas navideñas interrumpieron nuestras entrevistas...
Hoy ha vuelto. Apenas sentada, ha dicho con rabia:
- ¡Manipuladora! ... “ ¡Ay, mi niña!” -e imitaba la voz melosa
de su madre-... Mi niña... . Con el daño que nos ha hecho a mis hermanos y a
mí... Manipuladora!...
Ante mi gesto de sorpresa, a clara que su madre le había
telefoneado con motivo de las Navidades, y eso le amargó las fiestas. - Sólo
escuchar su voz me hace daño... -dijo y rompió a llorar.
Lo de Rosi me hizo pensar en tantos padres que con excesiva
inconsciencia llegan a la separación; y en la inmensa torpeza con que -por
intereses o venganzas egoístas- se comportan algunos padres en esas
circunstancias, sin tener en cuenta a los hijos, o –lo que es peor-
manipulándolos para ganárselos; y, especialmente, me ha hecho pensar en el dolor
y los problemas con que caminan por la vida tantos hijos que han visto sus vidas
deshechas, porque sus padres quisieron rehacer las suyas. Y,
además, lo hicieron tan torpemente...
Artículos:
LO QUE PRETENDO CON ESTA SECCIÓN
De los ricos y sus riquezas
Hoy, ¡Feliz día!... Y mañana ¿qué?
Con ocasión del Domund
Valorar, gozar y agradecer lo que tenemos
Para educar a los hijos ¿la buena voluntad basta?
Dar, ese verbo que nos cuesta tanto 'conjugar'
Y sin embargo, aceptarse y seguir en la brecha
La bondad hará progresar el mundo
Rincón
A amar se aprende, hay que enseñarlo
Eso de la educación (II)
Eso de la educación (I)
Un camino para una vida en paz y feliz
Toda la culpa es de esta cabeza
Servir, cosa de fuertes
La parábola de las rosas
Vivir cara al futuro
La Resurrección, una llamada al compromiso
Otra vez la autoridad
"Sacar adelante" a los hijos
Catalina, la del corazón que supo amar
Todos los días pueden ser Navidad
Talento sin voluntad ¿a dónde llegará?
Amenazados... de Vida
Y de la autoridad ¿qué?
El divorcio y los hijos
Los hijos necesitan tiempo (2)
Los hijos necesitan tiempo
A la curación por la entrega
Ahora hablaré de mí
Los padres y el sentido a la vida
¿Hombres de carácter o juguetes de los caprichos?
Amar a los hijos no es transigir en todo y no negarles nada
Refranes. Bien está lo que bien acaba
Refranes. LA MUJER EN LOS REFRANES
Refranes. Ya estamos en Invierno
Refranes. La Primavera, la sangre altera
Refranes. Año de higos, año de amigos
Refranes. Otoño entrante, barriga tirante
Paso la palabra. Para meditar cada día
Para contactar con Jesús Aniorte mandar un email a aniorte@totana.com