REFRANES
YA ESTAMOS EN INVIERNO
Colaboración de Julio Micó, capuchino
Después de tanto ajetreo en los preparativos y en la celebración de la Navidad, -aunque hasta San Antón, Pascuas son- da la impresión de que estos primeros meses del año están vacíos; es decir, son como una transición.
Sin embargo no podemos dejarlos abandonados a su suerte. Son una parte importante de nuestra vida que no conviene perder. Por lo tanto, habrá que encontrarle su sentido para aprovecharlos y sacarles rendimiento.
Imitando a la naturaleza, que en este tiempo de fríos se retira hacia su interior, dando la impresión de que está muerta, podemos también nosotros hacer una incursión a nuestro interior para organizarnos por dentro y acumular recursos para cuando llegue la primavera, pues acomodarse al tiempo, es de hombre discreto.
La sabiduría popular
La vida moderna nos está privando de
unos valores que, debidamente reconvertidos, nos serían de gran utilidad; entre
ellos están los refranes. Uno de ellos nos advierte que en tus apuros y
afanes, pide consejo a los refranes.
Efectivamente, quien habla por
refranes, es un saco de verdades, pues los refranes son la condensación de
la experiencia y la sabiduría del pueblo en unas pocas palabras, -cien
refranes, cien verdades- por lo que resultan de una gran eficacia para
ahorrarnos los palos y los fracasos en el aprendizaje de la vida. De ahí que sea
tan importe el aprovecharlos, pues ocasión perdida, no vuelve más en la
vida. Por eso los vamos a tener en cuenta en esta pequeña reflexión.
Uno de los elementos que da carácter
al invierno es el frío, -enero caliente, el diablo trae en el vientre-;
es como una especie de decorado que ambiente toda la acción, hasta el punto de
que sin frío no hay invierno, pues frío en el invierno y calor en el verano,
esto es lo sano. De ahí que no advierta, abriga bien el pellejo, si
quieres llegar a viejo. Sin embargo hay que ser confiados, pues Dios que
me da el frío, me dará el abrigo.
Y es que el frío, hasta nos cambia la
cara; por eso, a veces, aunque me río, no me río, que me hace reír el
frío. En tales casos conviene resguardarse metiéndose en casa y encendiendo
la lumbre; cada cual, a su corral.
Aceptando como bueno que a
cada pajarillo, le gusta su nidillo, siempre será una solución para no
enfriarse, el acostarse pronto; de ahí que en invierno a las diez en la
cama estés; y aunque seas de bronce, fuera de casa no te den
las once, pues los aires fríos también son molestos, tanto fuera como
dentro de casa; por eso, a la moza y al fraile, que no le dé el
aire, y corriente entre dos puertas, sepultura
abierta.
En todo caso, si no queremos
acostarnos pronto, siempre queda el recurso a la lumbre, ya que, además de
borrar muchas diferencias que no viene a cuento, -a la luz de la tea, no
hay mujer fea- siempre ofrece posibilidades para la conversación,
aunque echar leña al fuego, si no es para calentarse, no lo
apruebo.
La lumbre debe ser motivo para la
edificación, no para la crítica; pues la lumbre de casa, calienta y no
abrasa. Por ello se necesita cierta cordura, ya que más duele
soltar un vicio, que coger un ascua. De ahí la calidad de vida a la
hora de la convivencia, pues leña seca, no hace humareda.
Cuando se está a la lumbre, es una
tentación lógica no sólo el comer, ya que nadie rebañando,
enflorada, sino el comer caliente. Además de que comer
caliente, hace buen vientre, también es verdad que lo frito,
calentito. Pero, caliente o no, lo importante es comer, pues el
alimento, cría entendimiento.
El invierno, como podéis comprobar, da
mucho de sí. Es un tiempo de reflexión y de proyectos, ya que año nuevo,
vida nueva. Por eso es importante, para nosotros los cristianos, ir
trabajando el día a día como una gracia del Señor, pues quien toma a
Dios por padrino, tranquilo hace su camino, o, lo que es lo mismo,
quien vive como Dios manda, alegre anda.
Saber vivir, es tomar el
tiempo como se vea venir, por eso en estos meses de frío en que nos
retiramos a nuestro interior podemos planear el resto del año, ya que solamente
sobre buen cimiento, se hace buen convento.
Nuestro mayores nos enseñan a afrontar
la vida con sabiduría cristiana, puesto que refranes heredados,
evangelios abreviados
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Paso la palabra. Para meditar cada día
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