REFRANES
OTOÑO ENTRANTE, BARRIGA TIRANTE
Colaboración de Julio Micó, capuchino
Estamos ya en el otoño, y los recuerdos del verano, caluroso y extravertido, han ido cediendo ante la evidencia de la vuelta al trabajo, ante el "cole" de los niños, ante la monotonía de siempre; es decir, ante la realidad. y no es que el verano no fuera real, pero cosa buena, poco dura; o, como se suele decir: Pasado el novenario, se olvida el Santo.
El Santo, sí; pero no los quilos que, con la relajación del "régimen" en el alegre verano, se han ido agarrando a nuestras cinturas. Aunque, al decir verdad, nadie rebañando, engorda.
Sin embargo el otoño, a pesar de lo largo y mortificante, también tiene sus encantos. De noviembre se dice: Dichoso mes, que entras con Todos los Santos y sales con San Andrés.
Pero el otoño es interesante, sobre todo, porque es un tiempo para proyectar, no sólo las próximas vacaciones sino la propia vida, ya que donde no hay gobierno, siempre es invierno; o, lo que es lo mismo: Quien unta el carro, no se atasca en el barro.
Generalmente somos lo que proyectamos, pues no se le ve a la mona el pelado / hasta que sube al tejado; pero, a veces, nos pasamos de buenos: Veinte años puta y uno santera,/ tan buena soy como cualquiera. Pero esto no es lo peor; hay veces que el cansancio se nos apodera y con ello vamos perdiendo las ganas de vivir hasta sentirnos viejos. Y aunque no haya que disimularlo, pues la cana engaña; el diente miente; la arruga no deja duda, siempre será mejor tener el ánimo y la vitalidad del joven.
También el otoño suele ser inestable, amenazándonos continuamente con la temible "gota fría"; de ahí el aviso: Guárdate de la lluvia y del viento / y del fraile fuera del convento; o, lo que es lo mismo: al loco y al fraile, aire. Por eso se suele decir que al fraile y al cochino / no le enseñes el camino. Pero volvamos a lo nuestro.
Se suele decir que más aprovecha un ejemplo que un precepto; pues bien. En estos días otoñales de noviembre, hasta el paisaje, con la caída de la hojas secas, parece invitarnos a pensar más en los difuntos que en la vida que tenemos por delante; y, aunque no esté mal acordarse de los que ya nos han dejado, -a los sesenta / prepara la cuenta- el otoño también tiene otra lectura, y es la de desprendemos de lo superficial, que ya no nos sirve -¿qué mayor desconsuelo / que mucho peine y poco pelo? , para centrarnos en lo esencial y soñar otras mil primaveras en las que florezca nuestra vida.
Cada cosa a su tiempo, y los nabos en Adviento.
Pero además de nabos, el Adviento nos da esperanza y la posibilidad de fraguar sueños que salven nuestra realidad. Por regla general solemos esperar cosas que sirvan solamente para "vestir" nuestra identidad personal -cuando en diciembre veas nevar, / ensancha el granero y el pajar - o algún bien material, ¿Por qué canta el sacristán? Porque le dan; pero el otoño, y en él el Adviento, nos invitan a esperar desde dentro, desde nosotros mismos, para así salir renovados por ese don que se nos da como vida.
La esperanza requiere una espera atenta, y no como la del "sordico" de la Ñora, / que oía los cuartos y no las horas. La esperanza, la espera, es el tiempo de la creatividad, no del aburrimiento.
La Navidad es la afirmación de que la Vida se nos sigue entregando como un regalo invisible pero necesario, pero tenemos que buscarlo allí donde se encuentra: en la intimidad, en lo pequeño, en lo cotidiano. El Adviento, y el otoño como marco y ambiente, nos invitan a soñar; a soñar despiertos y también dormidos, pues la cama es mar de pensamientos; de ahí que necesitemos nuestras horas de descanso para, después, poder estar vigilantes. Por eso: 1 hora duerme el gallo, 2 el caballo;/ 3 el santo, 4 el que no lo es tanto;/ 5 el caminante, 6 el estudiante;/ 7 el peregrino, 8 el capuchino;/ 9 el pordiosero, 10 el caballero;/ 11 el muchacho, y 12 el borracho.
Artículos:
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Refranes. Ya estamos en Invierno
Refranes. La Primavera, la sangre altera
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Refranes. Otoño entrante, barriga tirante
Paso la palabra. Para meditar cada día
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