La dichosa pancarta
Ya se habrán imaginado que me estoy refiriendo a la pancarta inquilina del Ayuntamiento de Totana, una especie de prenda interior política colgada sin pudor y pasada ya de sequedad, insípida como un huevo sin sal, afeando la fachada del noble edificio, respondiendo a una campaña que ha ido envolviendo a la ciudadanía y colocada, como sus pancartas gemelas murcianas, en el lugar equivocado, ya que esos trapos (me ahorro el adjetivo sucios) no pintan absolutamente nada en nuestras plazas puesto que el agua hay que pedirla a los que la tienen y no a los que la necesitan, pero los votos están aquí y no en Castilla-La Mancha ni en Aragón ni en otros lugares que serían los adecuados para estas soflamas que se aprovechan de la buena fe del personal y rebasan el correcto uso de los espacios públicos, que son de todos por igual.
La dichosa pancarta, que no la pancarta dichosa tiene vocación de perdurar en el balcón municipal, por lo menos, hasta las elecciones generales y posiblemente más allá, pues la mosca cojonera del agua para todos -un slogan tan propio de la simpleza intelectual como de su clara y capciosa intención política- viene dando mucho juego, a un coste bajísimo, al amparo de tan poco agraciado pero intencionado discurso del agua. Y ahora en los periódicos de la capital se nos dice que ahorremos agua al regar las macetas, como una muestra de la profunda preocupación que tienen nuestras autoridades regionales por este asunto, aparte de seguir pidiendo el agua del Ebro (supongo que para algo más que las macetas, dirían los promotores del rosario de urbanizaciones, misterios gozosos, que está presto a rezarse en la religiosa Totana) pese a que el jefe de filas y sus palmeros ya votaran en contra en Madrid para no enfadar a los aragoneses con el estatuto. Por eso, hoy más que nunca, el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar.
La pancarta del agua para todos es de las cosas más ordinarias en materia hidráulica que se les ha podido ocurrir a los que enarbolan la bandera del agua como si sólo fuesen ellos los que la están defendiendo y aportando soluciones al problema. La evidencia de que sólo el agua del mar, debidamente tratada, será la única y constante solución a las pertinaces sequías que se nos avecinan, no sólo de nuestra región sino de muchos lugares del mundo, sólo puede ser contestada desde la obstinación, la ignorancia, la contumacia y el enfrentamiento político, llevando a cabo ese invento del nacionalismo hidráulico que nos invade en la Región de Murcia y que sin aportar una sola gota física de agua al problema y a los recursos obtiene, sin embargo y ¡viva la paradoja!, importantes réditos políticos desde la simpleza de muchos ciudadanos que se tragan el estribillo sin entrar en la melodía principal.
El lema y la pancarta, al margen de la engañifa y la desconsideración de colocarla en nuestras narices (¿a santo de qué?, ya me dirán lo que pintamos los ciudadanos en esta reivindicación si no es la captación del voto) lleva años afeando el centro histórico de Totana y pasándose por el arco del triunfo las consideraciones estéticas y de la más descarada ramplonería absolutamente pasado de moda en los manuales de la moderna comunicación.
El arriba firmante no va a caer en la simpleza de pedirle a nuestras autoridades que retiren la pancarta y la guarden en alcanfor. Ahora, con la mayoría absolutísima de 13 concejales se pueden permitir el lujo hasta de empapelar el pueblo. Pero para cumplir con su mensaje habría que cambiarla de emplazamiento. Un buen lugar para su ubicación sería el polígono industrial frente a la autovía y de punta a punta, para que admiren tan noble reivindicación propios y extraños, o mismamente en la zona de Las Cabezuelas, con mensaje especial para guiris, lugar que en un futuro habrá que dotar de muchos grifos y mangueras para la demanda residencial que va a instalar sus posaderas sobre los restos de un yacimiento arqueológico. Todo ello dentro de lo que, según acabo de leer y que trataremos aquí en su día, lleva camino de convertirse en el sarcasmo que llevará por título “desarrollo sostenible”. Me da la risa, por no ponerme a llorar.
¡Ya está bien de pancarta en nuestra plaza de la Constitución! Lo dice un ciudadano totanero amante de las viejas piedras de su pueblo que no deben ser utilizadas para colgar telas con semejantes bobadas que perdieron el Norte desde el primer día. Y cuando uno se pierde lo mejor es orientarse.
Ginés Rosa
Artículos:
El rey y los obispos
La desmemoria histórica
Política y gastronomía
El carril bici del Guadalentín
El Plan nuestro de cada día
El ciudadano no tiene quien le escriba
“Made in China”,kaput
¡Que viene septiembre!
Nos estamos consumiendo
Evocación del verano
¡Santiago y cierra España! (¿por vacaciones?)
Ideas para el verano, con permiso
La autovía
Y ahora , ¿qué?
Adiós a nuestras señas de identidad
¡Pobre Totana, cómo te están dejando!
La dichosa pancarta
¡A construir se ha dicho!
Inmigrantes, ciudadanos de la UE y elecciones
50 años de El último cuplé
La torre de Totana y su convenio
Totana en primavera
Los "1000 euristas"
Este país
La Encomienda en el recuerdo
Cosas de la Semana Santa de mi pueblo
Algo más que una fecha
Borrón y cuenta nueva
Carta ciudadana a los Reyes Magos
El roscón de Totana
Navidad: de la capaza al carrito
Los “guardias” se trasladan
Deporte para todos, como el agua
La vendimia en el recuerdo
Sobre el habla de Totana
Totana internacional
Los puntos del carné
Plaza "la Constitución"
La variante norte
¡A todo gas!
Santa Eulalia, de convenio
La alfarería, en peligro
Nostalgia de las tabernas
Las calles de los generales
Totana y sus ciudades hermanas
|