La torre de Totana y su convenio
En la ola de convenios que nos invade, le ha tocado el turno a la torre de la iglesia de Santiago, el símbolo más conocido de nuestro pueblo. Ya era hora de que nuestra famosa atalaya se pusiera en trajín de piedras y andamios para devolverle lustre, color y lozanía, que buena falta le hace.
Lo que ya se sale algo de traste es que este convenio se anuncie un mes antes de las elecciones, en plena vorágine de inauguraciones y rendibús preelectorales, hasta el punto de que el señor concejal de Servicios a la Ciudad, Obras Públicas, Infraestructuras y Seguridad afirma que se trata de “una de las obras más significativas de toda la legislatura” (¡¡¡!!!), precisamente en estos momentos en que la legislatura anda de remate. Así que ya me dirá cómo se come eso. Cosas de los convenios, que siempre se dice de ellos lo que más conviene.
Pero no queda el busilis aquí, puesto que el colega de Servicios al Ciudadano, Urbanismo y Ordenación del Territorio citó en la comparecencia a los medios de comunicación, celebrada en la sacristía de la arciprestal de Santiago, el artículo 198 de la Ley del Suelo para aclarar que los Ayuntamientos, “al ser coparticipes de las plusvalías que aportan los desarrollos urbanísticos, pueden dedicar dichos fondos a obras de interés social”, mientras a los grandes desarrollos urbanísticos previstos les diagnostican que acabarán con el equilibrio urbanístico, demográfico, paisajístico, medioambiental y cultural de Totana.
Tratándose de la Torre con mayúsculas, ni mil artículos más, señor concejal. A restaurar y rehabilitar la torre se ha dicho y quedamos muy agradecidos por la exégesis tan esclarecedora del artículo 198, innecesaria por otra parte tratándose de lo que se trata, faltaría más, aunque la viruta alcance los 365.000 euros, o dicho en cristiano antiguo, casi 61 millones de pesetas. Así tendría que ser, con el artículo por delante. Por ejemplo, ¿cuál sería el artículo aplicable al derribo de la “casa de los Carlos”?, pregunto en mi ignorancia y sin la ordinariez de preguntar quién llevó a cabo semejante felonía. Posiblemente, sería el artículo 4, de clásico recurso cuando las cosas se hacen porque sí.
La torre de la iglesia de Santiago, por lo que leo, va a ser objeto de un tratamiento integral: recuperación de espacios, aprovechamiento para equipamiento cultural, hasta se anuncia que se podrá visitar la iglesia desde el coro… Tampoco sería mala idea la de acondicionar la baranda de la torre para que los ciudadanos subieran a tomar el fresco y admirar, hasta completar el aforo, lo que Totana está creciendo y poder calibrar así los movimientos estratégicos del Plan General de Ordenación Urbana, que, de acuerdo con las actitudes que concita, debe ser la releche.
Esperamos que el programa de rehabilitación y las supuestas innovaciones que pretenden llevarse a cabo estén refrendadas por los expertos en patrimonio, no vaya a ser que nos monten en el interior de la torre una oficina de recaudación de impuestos, con permiso de la Santa Madre Iglesia, claro.
La Torre se construyó justo ahora hace 400 años. La primera piedra se colocó el 25 de julio de 1606 y se finalizó la obra en abril de 1608 (menos tiempo que el empleado en las obras de la famosa rotonda del desvío), a excepción de la cúpula, prevista para rematar la torre, que no fue llevada a cabo por falta de fondos. Entonces no existían estos convenios tan majos.
Desde la torre se alertaba a la población de la llegada de los moros, que no venían precisamente a vendernos ventiladores para pasar el verano; se marcaban las tandas de agua, de vital importancia en los riegos a nuestros campos; se avisaba del comienzo y final de la jornada laboral, incendios o sucesos alarmantes. Las campanas se tocaban a mano y a pie, una especialidad que prácticamente se ha perdido. Ahora se accionan eléctricamente y dentro de nada se pondrán en marcha con el móvil, al tiempo.
Los totaneros ausentes solíamos emplear expresiones tales como “Hace muchos meses que no veo la torre”, “Me faltan (tantos días) para ver la torre”·, y así. Y al tomar la curva viniendo de Alhama por la antigua carretera, al divisarse Totana al final de la recta: “¡Ya se ve la torre!”. En unos meses es probable que el aspecto externo de la torre mejore, aunque el dinero procedente de ciertos desarrollos urbanísticos no sea el mejor origen para mezclarlo con un símbolo que bien podía haber recibido la dotación de unos recursos menos cuestionables.
Ginés Rosa
Artículos:
El rey y los obispos
La desmemoria histórica
Política y gastronomía
El carril bici del Guadalentín
El Plan nuestro de cada día
El ciudadano no tiene quien le escriba
“Made in China”,kaput
¡Que viene septiembre!
Nos estamos consumiendo
Evocación del verano
¡Santiago y cierra España! (¿por vacaciones?)
Ideas para el verano, con permiso
La autovía
Y ahora , ¿qué?
Adiós a nuestras señas de identidad
¡Pobre Totana, cómo te están dejando!
La dichosa pancarta
¡A construir se ha dicho!
Inmigrantes, ciudadanos de la UE y elecciones
50 años de El último cuplé
La torre de Totana y su convenio
Totana en primavera
Los "1000 euristas"
Este país
La Encomienda en el recuerdo
Cosas de la Semana Santa de mi pueblo
Algo más que una fecha
Borrón y cuenta nueva
Carta ciudadana a los Reyes Magos
El roscón de Totana
Navidad: de la capaza al carrito
Los “guardias” se trasladan
Deporte para todos, como el agua
La vendimia en el recuerdo
Sobre el habla de Totana
Totana internacional
Los puntos del carné
Plaza "la Constitución"
La variante norte
¡A todo gas!
Santa Eulalia, de convenio
La alfarería, en peligro
Nostalgia de las tabernas
Las calles de los generales
Totana y sus ciudades hermanas
|