LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA
¿Qué es?
Durante millones de años, los seres vivos de
la Tierra han ido adaptando sus procesos biológicos de acuerdo con dos ciclos
astronómicos fundamentales: la sucesión de las estaciones y la alternancia
día-noche. Si la contaminación atmosférica por ciertos gases produce el famoso efecto
invernadero que amenaza el equilibrio climático de la Tierra, el uso excesivo e
irresponsable de la energía eléctrica en el alumbrado de exteriores es la causa
de una nueva y menos conocida agresión medioambiental que amenaza con eliminar
la noche, alterando así el segundo ciclo fundamental. El fenómeno, producido
por un alumbrado exterior incorrecto, sea público o privado, ya tiene un
nombre: “CONTAMINACIÓN LUMÍNICA.
El uso de la electricidad para generar luz ha
constituido un innegable factor de progreso, pero no siempre se utiliza
racionalmente. La ausencia de información y de normativas reguladoras han
propiciado un crecimiento sin límites de alumbrados agresivos que poco a poco
se han convertido en un elemento “natural” de nuestro hábitat ciudadano. Las
manifestaciones más evidentes de la contaminación lumínica son el típico halo
luminoso que recubre las ciudades, visible a veces a centenares de kilómetros,
y las nubes iluminadas en la noche con ese tono anaranjado o blanquecino característico.
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Este es el halo de
luz de Totana tal como se ve a 9 Km del casco urbano, en una noche húmeda
pero despejada y sin Luna. Apenas llegan a percibirse sólo las estrellas más
brillantes de la Osa Mayor.
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Estos novedosos fenómenos están causados
por focos o proyectores simétricos mal orientados, con elevada inclinación
y/o sin apantallar adecuadamente, utilizados para el alumbrado de grandes
áreas, zonas deportivas, fachadas, carteles (como el de la ilustración),
etc., y también por ciertos alumbrados ornamentales y carteles luminosos, en
los que el flujo de luz sale en todas direcciones, especialmente hacia
arriba, como en los globos y faroles con la bombilla en medio.
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¿Qué efectos tiene?
Los perjuicios de la contaminación lumínica
para el entorno y las personas son numerosos, destacando entre ellos el sobreconsumo
de electricidad, que implica derroche económico y contaminación
atmosférica o residuos radiactivos producidos en la generación de la
energía inútilmente dirigida hacia el cielo, o destinada a deslumbrar. En
España se estima que el despilfarro anual asciende a 265.000.000 euros y sólo
el exceso en alumbrado público supone 1.500.000 toneladas de CO2. Además,
realizar un alumbrado desproporcionado implicará que las instalaciones
vecinas tiendan a igualarlo agravando el problema.
La llamada “intrusión lumínica” es
también considerada una forma de contaminación, que se produce cuando la luz
artificial procedente de luminarias o carteles inadecuados invade el interior
de las viviendas causando a sus habitantes molestias y alteraciones del
sueño. Todavía no existe conciencia ciudadana de que esto es un problema
serio, aunque de muy fácil solución técnica, y se suele conllevar con
resignación cerrando persianas y cortinas para poder dormir por calurosa que
sea la noche.
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En este caso la intrusión lumínica se ha
corregido parcialmente tapando una de las caras de la farola, pero ¿qué
ocurriría si el vecino de enfrente pidiera también tapar el otro lado que es
el que le molesta?. Se llegaría a la conclusión evidente de que este tipo de
luminarias quedan muy bonitas de día pero de noche no son nada agradables.
Eso no significa que se deban cambiar todas, se pueden corregir sencillamente
alojando la bombilla en la parte superior en lugar de en el centro como se
mostrará más adelante. De esta manera la luz se dirige más hacia el suelo y
no hacia las fachadas.
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Los alumbrados mal diseñados son además contrarios
a la seguridad vial. Reducen la capacidad de percepción en la oscuridad de
los conductores debido a que el ojo humano se adapta rápidamente a la
superficie o punto de mayor brillo que hay en su campo visual, mientras que la
adaptación de una zona muy iluminada a otra oscura es muy lenta.
A este género de despropósitos pertenecen
las vías iluminadas con globos o faroles con la lámpara en el centro,
proyectores apuntando directamente hacia los conductores, rotondas con
proyectores sin apantallar en el suelo y farolas deslumbrantes que impiden distinguir
señales de tráfico situadas justo delante.
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Por otro lado, la falsa concepción de que el
exceso de luz incrementa la visibilidad favorece las situaciones de deslumbramiento.
Una persona deslumbrada está insegura, es vulnerable a las agresiones físicas y
ve mermada su capacidad de respuesta. También conviene reflexionar sobre el
hecho de que en lugares sin ordenanzas reguladoras del alumbrado exterior como
Totana existe hoy más iluminación que nunca en su historia y no por ello han
mejorado ni la sensación subjetiva de seguridad ciudadana ni las estadísticas sobre
delincuencia, sino todo lo contrario.
Y por supuesto, aparte de los efectos sobre
la fauna nocturna, la
emisión indiscriminada de luz hacia el cielo y su dispersión en la atmósfera ocasiona
la pérdida de visión de los astros y fenómenos celestes. Esto
contraviene la Declaración Universal de los Derechos de las Generaciones Futuras de la
UNESCO, donde se establece que: “Las
personas de las generaciones futuras tienen derecho a una Tierra indemne y no
contaminada, incluyendo el derecho a un cielo puro”.
Podemos hacernos una idea cuantitativa de la
gravedad de la contaminación lumínica de un lugar simplemente contando el
número de estrellas que pueden verse a simple vista en una noche despejada y
sin Luna. Con un cielo sin contaminar deberían ser unas 3000, además de poder
distinguirse varias nebulosas, cúmulos estelares, planetas y una Vía Láctea o
“Camino de Santiago” espectacular. Es sorprendente lo pronto que se termina la
cuenta en algunos sitios, en otros ni si quiera hay nada que contar, o lo tenue
que resulta la Vía Láctea en el caso improbable de que llegue a apreciarse (dos
tercios de la humanidad jamás la han visto). Como muestra, éste es el aspecto
que ofrece la Vía Láctea a su paso por la constelación del Cisne, ¿queda hoy algún
rincón en Totana desde el cual pueda verse algo así?:
La siguiente fotografía es también de la Vía
Láctea pero en la constelación de Sagitario. Igual que la anterior, fue tomada
desde el Morrón de Sierra Espuña hace varios años:
Actualmente no es posible repetirla debido al
crecimiento desordenado del alumbrado exterior en todos los municipios
circundantes. Si hoy tratamos de fotografiar la misma zona del cielo desde un
sitio razonablemente alejado del casco urbano, como es el mirador del Corazón
de Jesús, se obtiene esto:
No es necesario ni decir “encuentre las 7
diferencias”. Aquí tenemos la prueba de que nuestro desarrollo no ha sido
sostenible ni respetuoso con el medio ambiente. Por cierto, la iluminación de
la vegetación en primer plano es debida al reflejo de los proyectores que
iluminan la estatua del Corazón de Jesús, pero sólo con la luz procedente del
casco urbano es posible caminar por allí sin tropezarse, o sea, el alumbrado
exterior del casco urbano (público y privado) es tan “bueno” que es capaz de
iluminar toda la huerta y el campo en un radio de más de 5.5 Km. Si además hay
nubes, la luz reflejada llega hasta Sierra Espuña.
La contaminación lumínica
representa la más seria amenaza para el progreso de la Astrofísica. La
dispersión de la luz en la atmósfera convierte el fenómeno en algo capaz de mermar
la calidad del cielo a grandes distancias. Por esta razón, las primeras
denuncias procedieron de los sectores científicos, a los que siguieron
numerosas asociaciones y entidades que se han dedicado a la protección del
cielo nocturno en todo el mundo. En España los progresos son lentos y todavía
son pocos los lugares que cuentan al menos con algún tipo de legislación
reguladora, como Canarias, Cataluña, Córdoba, Burgos, Cantabria y recientemente
Navarra.
Este es el aspecto que tiene la Península
Ibérica vista de noche desde el espacio. Parece un mapa demográfico o de
desarrollo económico, pero en realidad indica la insensibilidad por el Medio
Ambiente. Si toda esa luz de los núcleos urbanos no hubiese sido enviada
hacia el cielo, el satélite no la habría captado. Totana aparece como un
punto fácilmente distinguible entre Alhama y Lorca (indicado con una flecha).
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En el atlas mundial de la contaminación
lumínica “The Nigth Sky in the World” publicado en 2001 por Pierantonio Cinzano se muestra la relación
entre el brillo artificial del cielo y su brillo natural. De él se ha extraído
la zona de la Península Ibérica, mostrada a continuación. Puede apreciarse
claramente cómo la difusión de la luz en la atmósfera hace que la contaminación
lumínica llegue muy lejos de los núcleos urbanos. Asimismo, vemos que toda
nuestra Comunidad se encuentra afectada, incluyendo lugares protegidos como el
parque de Sierra Espuña.
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< 0.01
0.01 – 0.11
0.11 – 0.33
0.33 – 1
1 – 3
3 – 9
9 – 27
> 27
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¿Cómo puede evitarse la contaminación lumínica?
Actuar contra la contaminación lumínica no significa apagar
todo el alumbrado ni disminuir la seguridad o la visibilidad. Tampoco se trata
de cambiar inmediatamente todas las instalaciones existentes, algunas son
correctas y otras también lo serían con pequeñas modificaciones. Consiste en
iluminar mejor dirigiendo la luz sólo donde es necesaria y con los niveles
adecuados. Una iluminación exterior respetuosa con el medio ambiente y las
personas se puede conseguir utilizando
luminarias que emitan luz exclusivamente hacia abajo, con cierres de vidrio
plano horizontal y con lámparas de potencia adecuada a cada necesidad,
moderando el uso de proyectores (preferiblemente asimétricos), cuidando
especialmente su orientación y dotándolos de viseras o rejillas cuando sea
oportuno. Igual que hacemos dentro de casa, apagar las luces exteriores
cuando no se necesiten, por
ejemplo los carteles luminosos fuera del horario comercial, y los monumentos
después de la media noche. Además, la luz debe dirigirse hacia abajo y jamás
a los ojos, igual que hacemos cuando orientamos un flexo para leer un
libro. Esquemáticamente:
CONTAMINANTES
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EFICIENTES
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Siguiendo estas simples recomendaciones y
otras más específicas es posible, y de hecho ya se ha conseguido en algunas
instalaciones, alcanzar fácilmente ahorros del orden del 60%, porque las
luminarias eficientes permiten reducir la potencia de las lámparas sin mermar o
incluso mejorando la calidad del servicio. A largo plazo los beneficios son
incalculables en términos de disminución del efecto invernadero, y la inversión
económica necesaria para realizar las adaptaciones se amortiza en poco tiempo
con el descenso del consumo. La contaminación lumínica es el único problema
medioambiental cuya solución no implica inversiones a fondo perdido, sino que
genera beneficios.
Como ejemplo real se describe a continuación una
adaptación realizada a partir de la Ley del Cielo de las Islas Canarias en el
casco urbano de Barlovento (La Palma):
Los faroles contaminantes con la
lámpara en el centro se han sustituido en parte por luminarias eficientes con
vidrio plano horizontal y el resto se han adaptado ubicando la bombilla en la
parte superior. Además se han cambiado las lámparas de vapor de sodio de alta
presión (V.S.A.P.) por otras de vapor de sodio de baja presión (V.S.B.P.) de
potencia adecuada. Con estas mejoras, los resultados son los siguientes:
Reducción total del flujo hacia arriba (contaminación) 84.8%
Reducción total del flujo hacia abajo (iluminación) 3.6%
Reducción del consumo energético (ahorro) 65%
Como puede apreciarse, se reducen drásticamente la contaminación lumínica
y el consumo energético, sin prácticamente alterar el nivel de iluminación.
Estas fotografías (propiedad de la Oficina Técnica para la Protección del
Cielo) muestran el efecto visual de las adaptaciones. Claramente resulta más
agradable el nuevo alumbrado:
Calle sin adaptar
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Plaza sin adaptar
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Calle adaptada
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Plaza adaptada
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Conclusión
En Totana y su entorno abundan ejemplos de
alumbrados públicos y privados que van desde los excelentes hasta los
desastrosos, algunos lamentablemente próximos a Sierra Espuña, cuyo cielo
nocturno debería ser especialmente protegido como parte de nuestro patrimonio
natural. Después de todo lo expuesto espero que cualquier lector pueda distinguir
si un alumbrado es correcto o no. Así, cualquiera debería reconocer que la
nueva iluminación del Corazón de Jesús es un auténtico atentado ecológico (la
antigua también lo era, pero al menos se apagaba a medianoche), y que casi toda
la iluminación del polígono industrial (sobre todo privada) es una colección de
todo lo que no se debe hacer, una competición por iluminar más que el vecino y
lo que es más grave, causa deslumbramiento a los conductores que circulan de
noche por la autovía. Estoy convencido de que todas estas instalaciones no se
han hecho con mala intención y son fruto simplemente del gran desconocimiento
generalizado que existe sobre la contaminación lumínica y de la ausencia de
normativas reguladoras que establezcan unos límites razonables. Estos ejemplos
y otros anteriores no pretenden ser denuncias, sino sugerencias de puntos de
partida para empezar a actuar por la mejora de nuestro entorno.
En el otro lado de la balanza están, por
ejemplo, adaptaciones como el cambio en varias calles del barrio de San
Francisco de los antiguos cierres abombados de las farolas por otros de vidrio
plano, o las maravillosas farolas nuevas de la avenida Juan Carlos I, sí, esas de
diseño que no dejan indiferente a nadie son de lo mejor que hay actualmente en
Totana y alrededores, aunque es una lástima que allí mismo se hayan puesto
focos hacia arriba para iluminar las palmeras.
Un caso intermedio son las nuevas farolas
esféricas con la mitad superior negra que podemos encontrar en zonas verdes de
La Verja, La Ramblica y en calles de La Charca. Serían perfectas simplemente si
se les cambiara el cristal semiesférico por uno plano.
La intención de este documento es meramente
informativa, porque una vez que se tienen el conocimiento hacer las cosas bien
o mal no depende del azar. El mismo civismo que demostramos con la gestión del
agua podemos aplicarlo al ahorro energético, que no es una moda sino una condición
necesaria para detener el cambio climático. Está bien utilizar lámparas de bajo
consumo, pero está mucho mejor ponerlas en luminarias eficientes que no envían
luz al cielo.
Una vez descrito el problema y los criterios
básicos para su solución, sería deseable que cada cual analice la situación en
su entorno y trate de reconducirla en la medida de sus posibilidades, tal como
nos exige el desarrollo sostenible, el Protocolo de Kyoto y el bien de todos.
Pedro Andanuche Ayala
Agrupación Astronómica de la Región de Murcia