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Seducidos por la radiante frescura del latir del pregón de Semana Santa 2018
Cuando la palabra nace cimentada en el corazón, cuando ha crecido al calor de emociones, vivencias, sentimientos, cultivándose con el cálido abrazo del amor a una tierra, a sus gentes, a su trayectoria vital y, además, se ha fortalecido en la interiorización, el estudio y la firmeza en la fe de Cristo, es cuando esa misma palabra, que fue retazo de comunicación, se reviste, además, de aromas de esperanza, deslumbrando por su fuerza, por su cautivadora belleza, para alcanzar la plenitud de su balsámica impronta. Impulsada por estos principales latidos resuena la proclama nazarena con que Juan Francisco Otálora Tudela ha alumbrado de sentido y razón su pregón de Semana Santa de este año de 2018, anunciado el domingo día 18 de marzo en el templo parroquial de Santiago. Desde la médula mismo del templo, desde la magnífica atalaya que es su presbiterio, las palabras de Juan Francisco, inundando capillas y techumbre, atravesando arcadas y retablos, aterrizaban en el alma de los presentes interpelando con la firmeza de un torrente de vida y certeza, de reciedumbre y confianza, para anunciar la fuente de misericordia que brota del Dios del amor, del que es Camino, Verdad y Vida.
Juan Francisco, ha conjugado con un preciso compás de belleza y profundidad lo elegante y lo sublime, lo concreto, real y preciso, lo elocuente de la vida y sus diferentes realidades con lo excelso que nace de la reflexión, del compromiso, del testimonio de la entrega de Cristo que en la cruz traza las coordenadas por donde ha de caminar la existencia, unos parámetros que transcurren por manos tendidas al amor, por abrazos de esperanza, por palabras de aliento y acciones de justicia, caridad y fraternidad. Ha sido la suya una llamada a mantener en todo su esplendor el peso de la tradición, de aquellos elementos que constituyen a nuestra Semana Santa, pero, sobre todo, a enriquecerla con el grandioso perfume que emana el testimonio del Nazareno.
Agradecer a Juan Francisco el magnífico regalo de su pregón, felicitarle por la majestuosidad de un trabajo preparado y proclamado desde la fe en Cristo, desde el sabio proceder de alguien que como él ha aquilatado sus pasos en la vida de parroquial, en la reflexión y el compromiso solidario. Un abrazo para su familia, agradeciendo a la vida el haberme permitido participar en el proceso educativo de sus hijos, enriqueciéndome con la calidez que les significa e, igualmente, reconocer la iniciativa del presidente del Ilustre Cabildo Superior de Procesiones de Totana por tan precisa y acertada decisión. A la comunidad nazarena de Totana una invitación a vivir en plenitud este tiempo de testimonio, de presencia catequética, de valor y firmeza en la fe que es la Semana Santa para, purificados en la sangre del crucificado, poder vivir la Pascual en plenitud.
