Totana realiza un homenaje a la figura del polifacético Fernando Navarro coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento descubriendo una placa conmemorativa
La Ciudad de Totana realizó el pasado 17 de junio un homenaje institucional a la figura del polifacético Fernando Navarro coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento, y dando así cumplimiento a un acuerdo plenario del pasado mes de marzo, en el que se acordó reconocer la trayectoria de este destacado fotógrafo, ebanista, impresor y funerario.
Las autoridades municipales, acompañadas por descendientes, familiares y vecinos, asistieron al acto de descubrimiento de la placa conmemorativa colocada en el edificio "Imprenta" de la calle San Cristóbal de esta localidad, donde residía y estaba ubicada la imprenta, la funeraria y la fábrica de tintas que ostentaba, y con la que se dedica este espacio público con su nombre.
Además, este acto sirve para reconocer su labor profesional, así como las diferentes actividades programadas durante los próximos días como conferencias o exposiciones para dar a conocer su obra.
Biografía personal y trayectoria profesional
Fernando Navarro Ruiz nació en Totana el ocho de agosto de 1867. Fue bautizado con el nombre de Fernando Ciriaco. Era hijo del carpintero Fernando Navarro Gómez, conocido como "Benigno", y de Genoveva Ruiz García.
La familia residía en ese tiempo en la calle San Antonio, en donde se encontraba instalado el negocio de carpintería del padre. La madre de Fernando, Genoveva Ruiz y la abuela materna, Ginesa García, habían nacido en Bullas y el abuelo materno en Mula. Por otra parte, el abuelo paterno, también llamado Fernando, era oriundo de Alhama. En 1894, Fernando Navarro Ruiz, contrajo matrimonio con Narcisa Martínez Lorenzo. De este matrimonio nacieron seis hijos (Benigno, Jerónimo, Fernando, Genoveva, Ignacio y Eustoquia).
El joven Fernando recibió las primeras destrezas en el trabajo de la madera de su padre, con lo que el taller familiar debió de ser el referente en el que forjó su espíritu de trabajo y creación, despertando en él un afán de superación que le llevó a trasladarse a Valencia en donde perfeccionó lo que había aprendido junto a su progenitor y maestro.
Esa capacidad y espíritu emprendedor le llevaron a realizar en 1889, con tan sólo veintidós años, una imagen de la Purísima de la que el corresponsal de "El Diario de Murcia" daba noticia el uno de octubre de ese año. Admirado por la calidad y belleza de la misma auguraba un amplio futuro para Fernando Navarro, asegurando que «en ella se encuentran rasgos que anuncian un artista que posee condiciones nada comunes».
Unos años después, Fernando Navarro tallaba un Niño Jesús junto a la Cruz. Se trata de una pieza de mérito y reconocimiento, una talla con claras reminiscencias del barroco salzillesco, una pieza que toca el corazón del espectador despertando sentimientos de cordialidad, afecto, simpatía y convicción.
En consonancia con las destrezas adquiridas realizaba para Semana Santa de 1890, «un artístico trono procesional» para la Hermandad de Santa María Cleofé, el que causó una gran admiración en la población. Asimismo, en mayo de 1891 tallaba un templete para la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que la asociación del mismo nombre había encargado para su culto y devoción.
De igual modo, mantuvo Fernando Navarro su predilección por la obra de trazo y signo delicado, lo que le permitió la ejecución de diferentes trabajos de mayor valor estético, entre ellos, se ha de destacar la construcción del retablo principal de la iglesia de la Purísima, para la que talló, en estilo gótico, una pieza que ocupó el presbiterio del templo.
Maestro de la imagen
A finales del siglo XIX comenzó su faceta de fotógrafo, quizá ante la demanda de dejar constancia por la partida de jóvenes hacia la Guerra de Cuba, pero también para dar respuesta a su espíritu abierto, inquieto y emprendedor que le llevaba a decir, «para descansar cambiar de trabajo».
Por otra parte, regentaba una funeraria lo que le permitió fotografiar a varios difuntos, con una habilidad tan característica que algunos de sus trabajos en este campo están considerados muy significativamente. Impregnado de un afán de superación creó una imprenta, en la que se realizaron trabajos de excelente calidad y en los que se imprimieron revistas y periódicos de publicación local, pero también trabajos para otras ciudades.
Fernando Navarro fallecía en Totana en septiembre de 1944. Han sido varias las exposiciones que a nivel regional y local se han llevado a cabo de su archivo fotográfico que con gran esmeró ha conservado su nieta, Narcisa Navarro Morales, resultando de una sorprendente y vital impacto su producción fotográfica.
Una significativa parte de ese legado fue donado por la señora Navarro Morales al CEHIFORM (Centro Histórico Fotográfico de la Región de Murcia) que dirigido por Juan Manuel Díaz Burgos llevó a cabo la edición de varios monográficos sobre el fotógrafo totanero.
La diversidad de temáticas trabajadas por Fernando Navarro permitieron no sólo realizar muestras gráficas sobre la totalidad de su obras, sino también monográficos, como el que se llevó a cabo con el título "La mujer entre siglos (1896-1916)".
Su obra recoge con profunda sensibilidad, maestría y habilidad, la realidad social o el papel definido y concreto que viven las fotografiadas. Por otra parte resulta elocuente su tratamiento de la luz, enfoque y perspectiva.
En ese proceso el fotógrafo totanero estuvo asesorado y por su mujer, Narcisa Martínez Lorenzo que, actuaba «como ayudante y cómplice a la hora de colocar los personajes para ser inmortalizados por su lente».
Es para Totana un profundo orgullo contar con una obra gráfica de tan interesante calado; una obra que nos descubre mundos y realidades distintas, una obra que aporta una esencia estética y artística que elevan a Fernando Navarro a maestro de la imagen y que hacen de su obra una fuente inagotable de significado.