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Las voces de May Pestana y Antonio Martínez, las caricias al violín de David Martínez, llegaron al corazón de los asistentes al Recital en el Centro Cultural y Obrero de Totana
Hacía tiempo que el público no vibraba de emoción en los locales del Centro Cultural y Obrero, como la noche del viernes, escuchando la música, poesía y relato de la vida, el amor y la muerte del poeta del pueblo, Miguel Hernández.
La coincidencia en la fecha con la muerte de Marcelino Camacho y la víspera del centenario del nacimiento del poeta, comprometido con la lucha obrera y las ideas revolucionarias, compusieron una mezcla de emociones y sentimientos difíciles de narrar, según expresó en la presentación del acto, Pedro Martínez Burgos, previo a unos momentos de silencio en memoria del fundador de Comisiones Obreras y luchador por la libertad y la democracia en España.
El recital de poesía y música, acompañado de la emisión de imágenes sobre la vida y obra del poeta oriolano, tuvo una duración de hora y media, aunque a los asistentes se nos antojó un suspiro. El Miguel Hernández, pastor de cabras y amigo de Ramón Sitjé, al que dedicó la más hermosa elegía sobre la muerte y la vida que se ha escrito jamás, nos inició el recorrido por su corta e intensa vida.
Su primer y fallido viaje a Madrid, cargado de cuartillas y su amor por la hija de Manuel, un guardia civil asesinado en aquellos días, continuó -en la dulce y maravillosa voz de May Pestana-, hasta su segundo viaje Madrid, cuando compartió la Residencia de Estudiantes con Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Alberti, Federico García Lorca, Luís Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén y tantos poetas de la Generación del 27, comprometida con los valores democráticos y avances de las clases populares en una época histórica tan convulsa como rica en poesía y compromiso social.
Miguel Hernández, no dudó en ponerse al lado de la República y la libertad, frente al Golpe de Estado del dictador Franco y combatir en el frente, con la palabra, la poesía o el teatro, dando el ánimo necesario a los milicianos y defensores de una libertad cercenada por el fascismo.
Aceituneros o el Niño Yuntero, son poemas eternos, que en las voces de Antonio Martínez y May, hicieron vibrar de emoción nuestros corazones. Todavía en las paredes del Centro Cultural, resuena la voz del poeta, interpretada por el Colectivo “Vientos del Pueblo” cuyas letras son de plena actualidad, cien años después de ver la luz del Mediterráneo:
“…No soy de un pueblo de bueyes, que soy de un pueblo que embargan yacimientos de leones, desfiladeros de águilas y cordilleras de toros con el orgullo en el asta. Nunca medraron los bueyes en los páramos de España…” “…yugos os quieren poner gentes de hierba mala, yugos que habéis de dejar rotos sobre sus espaldas. Crepúsculo de los bueyes está despuntando el alba. Los bueyes mueren vestidos de humildad y olor a cuadra: las águilas, los leones y los toros de arrogancia y detrás de ellos, el cielo ni se enturbia ni se acaba…” “… Cantando espero la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas.”
Centro Cultural y Obrero de Totana. Fotos: Totana.com