Sucede un día cualquiera del año 2021 en el facebook de una tienda de ropa. La dueña de la tienda es una mujer de unos cincuenta años, con amplia experiencia en el mundo de la moda, inteligente y luchadora. Digamos que se llama Lola.
Y ese día cualquiera un hombre, llamémosle Juan, escribe un comentario en una entrada en la que aparece una foto de una mujer de cincuenta años luciendo vestuario de la tienda de Lola. Este es el comentario:
Digo yo, sin ofender a esta mujer [se refiere a la modelo cincuentañera] gobiérnate [se dirige a Lola] a varias mujeres más jóvenes para exhibir tu moda.
Lola lee el comentario y se cabrea. Se pone en contacto con Juan y le pide que se retracte. Juan no contesta. Entonces decide protestar porque ya está bien de ser prudentes (es que a las mujeres nos inculcan la prudencia desde chicas) y dejar pasar estos agravios aparentemente pequeños. La protesta consiste en publicar en facebook el comentario de Juan y en preguntar a todo el que quiera responder lo siguiente:
¿Las mujeres no jóvenes que aparecemos como modelos estamos guapas?
¿Debemos avergonzarnos por no ser jóvenes y en consecuencia escondernos y callarnos?
Se recogieron 100 comentarios. Todas mujeres, excepto 3 hombres, que se sumaron a la indignación general. La respuesta mayoritaria fue:
Las mujeres, en general, jóvenes y de más edad somos guapas por naturaleza. Estamos estupendas. Somos guapas a pesar de nuestra edad. Somos sexys. Somos libres y atrevidas. Somos auténticas, maravillosas, diversas. Somos guapas por dentro y por fuera.
Sobre la modelo que aparecía en la foto del comentario dijeron:
Tiene un estilo único e increíble. Mejora con los años. Lo hace mejor que una de veinte. Es una mujer 10. Estás preciosa. Estás estupenda. Eres ideal. Las modelos son bellísimas, sexys todas, diferentes todas.
También se hicieron alegatos sobre temas feministas:
A veces pienso que no hemos avanzado tanto como creíamos. Estos comentarios nos hace estar más unidas y cargarnos de motivación y razonamiento para seguir defendiendo los valores de la mujer (tenga la edad que tenga) y entender que no existen cánones, sino personas. Basta ya de la asfixia de nunca ser correctas por joven o por vieja, por sumisas o por incendiarias.
El enfado de todas las mujeres con Juan fue claro y contundente. Comentarios en contra de Juan:
Das vergüenza. Amargado. Gilipollas. Qué pena que haya gente así. Machista. Más quisieras tú. Dejas mucho que desear. Qué poco conocimiento. Está faltando al respeto. Grosero. Ridículo. Nulo intelecto. Acomplejado. Neandertal. No tienes espejos en su casa. Tontarrias que no sabe decir más que tonterías. Cascorro. Feo. Las mujeres de su familia sentirán vergüenza.
A pesar de todo fueron descalificaciones no demasiado severas. Otro día contaré lo que dicen ciertos hombres (machirulos, señoros, trolls, Incels..) que dan auténtico miedo por la violencia extrema de sus palabras contra las mujeres.
A pesar de todo, yo creo que Juan estaba aconsejando de buena fe y por su bien a Lola. Además creo que jamás se habría imaginado la lluvia de improperios que le iba a caer por algo que él estaba haciendo con la mejor intención.
Volvamos la situación del revés: Supongamos que Juan tiene un bancal de alcachofas y qué es Lola, que no entiende nada de campo, quien le aconseja a Juan cuándo tiene que abonar y cuándo fumigar. ¿A qué es inimaginable? Pero Juan, que no entiende absolutamente nada de moda de mujer, sí se siente capacitado para aconsejar a Lola que es experta en su negocio.
Que Juan no dude a la hora de aconsejar a Lola lo que debe y no debe hacer aunque no sepa nada del tema, y más aún siendo Lola una especialista del todo solvente, es más habitual de lo que nos creemos. Además está tan normalizado que la mayoría de las veces ni nos damos cuenta. ¿Pero sabéis que es aún peor? Que muchas mujeres aceptan sin cuestionar la autoridad superior del hombre por el hecho de ser varón.
Volvamos a Barrio Sésamo: ni encima ni debajo. Hombres y mujeres al lado, a la par, en igualdad.
Y hay mucho más que decir acerca de esta encuesta. Poco a poco iremos tirando de más hilos.
Dolores Lario
