Es un argumento que se repite últimamente: no hace falta la lucha de las mujeres por la igualdad porque legalmente ya somos iguales. Así pues, si ya somos iguales ante la ley ¿para qué seguir luchando y reivindicando si lo principal está conseguido? A partir de que la ley se haya promulgado depende de cada una individualmente que sepa sacar partido a ese derecho. Por lo tanto, la que no es igual y libre es por su propia responsabilidad, por no saber, no querer, o no atreverse.
Yo también lo pensaba, pero ya no, porque me di cuenta de que es una postura profundamente insolidaria argumentar que como YO lo he conseguido en mi vida personal, las demás que se arreglen solas y que aprendan a ser menos torpes y menos tontas. Es una actitud insolidaria hacia las que están sufriendo desigualdad o maltrato ahora mismo.
Y es doblemente insolidaria porque a la vez estamos negando y despreciando el esfuerzo que hicieron las mujeres que antes que nosotras se atrevieron a protestar, a alzar su voz públicamente, a salir a la calle y a reivindicar igualdad, libertad y justicia para las mujeres. Ellas tuvieron que pagar un precio muy alto por atreverse a ir contra todos, pero igualmente lo hicieron. La lucha está siendo larga, dura ya trescientos años, pero nunca han cejado en su empeño.
Todo lo que ellas consiguieron nos lo han entregado a nosotras como una preciosa herencia.
Enumero algunos logros de esa herencia: el derecho a votar, que podamos presentarnos a un cargo político, el acceso a la universidad, que podamos ejercer cualquier profesión, ganar un sueldo igual al de un hombre por el mismo trabajo, tener una cartilla a nuestro nombre en el banco, poder gestionar nuestro patrimonio sin que se necesite la firma del marido, que no nos metan en la cárcel por adúlteras, que tengamos libre acceso a los métodos anticonceptivos, que no sea normal y sin importancia sino delito que él te dé de hostias cuando te las mereces por haber contestado mal, por no tener la comida preparada a su hora, porque has mirado a otro, porque no le gusta cómo vas vestida, etc.
Entonces, cómo entender que ahora neguemos el movimiento feminista, lo despreciemos, sin conocer lo que hicieron, simplemente porque quienes vocean esas proclamas a la contra, destructivas, ignorantes, lo hacen gritando más fuerte.
Dolores Lario