Todos conocemos el entrañable bar El Cairo porque ha sido y es lugar de agradable conversación y calidad en los productos y el servicio. Pero ha sido así desde su fundación, ya que esta es su cuarta etapa, dos con el nombre de Don Gregorio y las otras con el nombre que mantiene en la actualidad.
Corría el año 1985 cuando Gregorio Ruiz Marín alquiló el local, hizo el cerramiento y lo decoró a su gusto para abrir con su esposa Pepi el Bar Don Gregorio, que pronto se vio favorecido con la asistencia de clientes. Cuando aún no vivía yo en Totana vine una vez a este bar y nos gustó su ensaladilla que es una de las mejores que he probado, pues Pepi tiene manos divinas para cocinar, unas almejas al vapor excelentes y unas exquisitas catalanas, de las primeras por estos lares.
Años después conocería a esta familia en al bar La Encomienda y me enamoré de toda ella, de Gregorio, Pepi, Virginia y Alberto, porque tienen un denominador común: Su amplia sonrisa como tarjeta de presentación, y eso es algo que valoro mucho porque el mundo está lleno de caras aburridas y la de ellos es alegre siempre.
Gregorio tuvo de camarero a Bartolo García Rosa, cuya esposa Loly es también una excepcional cocinera, se lo traspasó y lo mantuvo unos dos años del mismo modo y con la misma denominación, manteniendo el mismo surtido y atención.
Don Gregorio cambió y se convirtió en la Cafetería El Cairo, teniendo al frente al siempre genial Juan Mula, al que todos conocemos como Juan el del Cairo, ya que le dio su personal estilo a la cafetería y la convirtió en lugar de tertulia, música de Julio Iglesias permanente y reuniones de gente agradable. Solía ir yo cuando vine a Totana porque me gustaba su ambiente que tenía sin duda la clara personalidad de Juan y por las tardes dos extraordinarios jóvenes, uno era su cuñado cuyo nombre he olvidado y el otro el genial Napoleón.
Juan mantuvo la cafetería con la mejor clientela hasta que pensó explorar otros caminos y la traspasó en 2006. Son de recordar las decoraciones navideñas que le hacía mi amigo Ginés López, especialmente una en la que llenó el bar de tubos de escape de coche y fue el comentario de todos.
La tomó Ginés Rosa Alcaraz, buen carácter, sonrisa abierta y perfecto servicio, manteniendo la cafetería y la denominación. También le dio su aire personal caracterizado por el buen servicio y la calidad. A Ginés le ha tocado lidiar con el serio toro de la pandemia, las restricciones de servicio y todos los inconvenientes económicos que ha supuesto, pero se ha mantenido incólume en su voluntad de servicio.
El Cairo de hoy tiene unos excelentes desayunos, destacando siempre las marineras porque suele tener un buen jamón que corta él con la delicadeza necesaria para extraer todo su sabor. Tiene además las clásicas tapas de la generalidad como la magra con tomate, la tortilla y demás, que permiten como hemos dicho un excelente desayuno.
Suelo ir con frecuencia a tomar café o alguna cerveza, que la de barril es excelente y la de botella la tiene a la temperatura ideal para que se te caigan los dientes, que es lo mandado para el agua de Espinardo con estos calores.
Por todas estas razones voy frecuentemente y es un lugar donde siempre encuentras a las mismas personas, que son fieles al establecimiento porque se lo ha ganado desde su apertura, pues aunque ha cambiado de manos, todas ellas han sido buenas y han dado una perfecta atención a la clientela. xcelencia.
