Justificada fama tiene este obrador de pastelería que nació como panadería de la mano de José Carreño García, natural de La Unión, de familia de panaderos desde el siglo XIX, que al quedar huérfano a los siete años, en 1888, se inició a trabajar en la panadería del "Tío Chicano", dando pan caliente desde primeras horas a los mineros que marchaban a su labor en los entresijos de la tierra.
Casó con Purificación González Rex, de familia oriunda de Molina de Segura, que vivía en Tallante donde el padre era Recaudador de Impuestos Municipales, instalando allí su casa y trabajando en su oficio, naciendo sus tres primeros hijos. Quince años más tarde y a la búsqueda de mejores horizontes la familia se instaló en Puerto de Mazarrón y José Carreño trabajó en el Horno de Antonio Soler, y allí nacieron el resto de sus hijos.
Alquiló un horno y trabajó en él seis o siete años, pero la economía mazarronera se deterioró a la par que la minería y la industria derivada de ella y decidió instalarse en Totana, en la Avenida de Santa Eulalia, donde hoy permanece, ampliando el negocio con la pastelería y repostería de la mano de su hijo y excelente repostero Tomás, que había aprendido el oficio en una prestigiosa pastelería murciana, que definiría definitivamente el nuevo negocio, hoy regentado por su hijo Tomás Carreño Miras.
En ella trabajó con la ayuda de su esposa Rosa, fácil de distinguir por su impoluto y albo delantal con puntillas y flores en el pelo, y sus hijos Tomás y Vicente. Su hermano Vicente tomó otros derroteros durante la guerra incivil, la Marina, y él se quedó a cargo del negocio ayudado por sus hijos José Tomás y Rafael Alberto.
La laboriosidad de esta familia se puso en marcha al crecer los hijos, quedando en Puerto de Mazarrón su hijo José a cargo de la panadería de la calle Progreso, Ramón, que había sido concejal del Ayuntamiento de Totana por Unión Republicana, se instaló con similar negocio en Aledo tras la guerra incivil, si bien años después se trasladó a Alhama de Murcia donde trabajó en el mismo negocio, que ampliaron sus hijos con una próspera fábrica de rosquillas y colines que vendieron en los años noventa.
Hoy esta confitería tiene un bien ganado prestigio por su excelente trabajo y es y ha sido escuela de pasteleros, que se iniciaron con un horno moruno y artesas, batidoras y demás adminículos propios de este tipo de obradores, pasando después a hornos y amasadoras movidas por la electricidad.
Es delicioso subir por la acera derecha de la Avenida de Santa Eulalia y alegrar la pituitaria con el dulce aroma que sale de Confitería Carreño, que nos da una clara idea de lo que en esos momentos se está haciendo dentro de ella.
Tienen justa fama sus elaboraciones, destacando sus milhojas, dulces de merengue, tocinos de cielo, bizcochos borrachos, los de chocolate y excelentes tartas con exquisita presentación, que son muy demandados y es fácil ver gente en la puerta esperando la salida de otros clientes los fines de semana y festividades señaladas. Son dignos de tener en cuenta los dulces tradicionales navideños con el sabor y el aroma tradicionales, todos ellos marcados por el perfecto uso de la almendra y un sabor totanero muy clásico.
Juan Ruiz García