Hace ya mucho tiempo que venimos diciendo que Totana está cambiando, no nos quedaba claro si el objetivo era transformarla en una ciudad dormitorio, o volver a ser la ciudad próspera y dinámica de hace ya muchos años. Nos estamos dando cuenta, que paso a paso, el objetivo parece ser otro: una ciudad muerta, zombi, fantasma, da igual el nombre. ¿Es el sueño de algunos una Totana sin vida, sin alegría, una ciudad sin alma y vacía?
Pues parece que lo están consiguiendo. Llevamos 2 semanas, si, 2 semanas, siendo titular en los telediarios, tertulias, y programas de Radio diciendo que aquí hay un brote epidemiológico de alto contagio. Como si en Totana hubiera 300 vecinos zombies infectando a diestro y siniestro. Todo por no contar lo que realmente ocurre: Viviendas patera con inmigrantes hacinados mientras buitres alquilan por habitaciones esas viviendas en las que llegan a convivir más de una decena de personas de distintas familias, unos carroñeros que se aprovechan de las condiciones sociales, y les "roban" con total impunidad parte del jornal que ganan dignamente en el campo. Unas condiciones que han sido denunciadas muchas veces y en las que los que tenían que tomar medidas al respecto, y que se las dan de sociales, miran para otro lado. Este tipo de situaciones se dan en muchas poblaciones de la región, pero es más fácil ponerse una venda en los ojos, o no querer ver la raíz del problema, porque ya se sabe que “Ojos que no ven corazón que no siente”, aunque eso sí, los que no quieren ver, se pasan el día dándose golpes de pecho, diciendo que ellos están ahí siempre “Por lo social”.
En definitiva, que el problema de “alto contagio” no es sanitario, es social, de concienciación, quizás también de orden público, y mientras algunos no quieran reconocer donde está el problema, va a ser difícil que los contagios lleguen a cero, porque para que algunos se conciencien necesitan poder por lo menos tener un sitio digno donde vivir y un trozo de pan que echarse a la boca, y harán lo que sea por conseguirlo, les va la vida en ello, y por tanto, les da igual morir por el coronavirus que morir de hambre.