Murcia y el mundo entero ya conocen el cartel del Entierro de la Sardina 2007. Francisca Muñoz y Manuel Herrera – Muher – han sido los encargados de dar más realce a la festividad más importante de la Primavera: el Entierro de la Sardina.
El cartel de este entierro muestra a los achoneros en composición circular apreciando a la sardina colorista que se funde con el fuego de las llamas. Una escena que muestra el punto álgido de estas Fiestas de Primavera y que se rotula con el diseño de unas letras en forma de raspa de pez integrado en los colores.
Como novedad, es la primera vez que la sardina aparece en vertical, una característica propia de la pintura oriental que los Muher conocen bastante bien.
Y es que con este cartel Francisca y Manuel rememoran su experiencia en Japón, cuando en 1989 viajaron con el mecenazgo de la Asociación de Empresarios Japoneses en España. Allí nuestros artistas recorrieron el país nipón para contagiarse de su cultura y plasmar sobre el lienzo los colores y la luminosidad que tanto les caracterizan.
Por entonces, Muher concibieron la simbología de retratar el pez de forma vertical como en el cartel de este Entierro de la Sardina que ahora difunde la imagen de la fiesta para todo el mundo. Asimismo, el fuego y el colorido del cartel son de claras influencias y reminiscencias orientales.
Una obra que ha viajado por primera vez al extranjero, justo un año después del reconocimiento del Entierro de la Sardina como fiesta de interés turístico internacional.
El lugar de acogida ha sido la región administrativa china de Hong Kong, donde ha coincidido con la celebración del nuevo año para esta cultura, que está representado por el Pez.
El cartel, que se encuentra en el Museo Sardinero - Centro Párraga - , tiene unas dimensiones de 120 x 80 y ha sido elaborado con técnica mixta sobre papel, al igual que gran parte de los carteles que con anterioridad han pintado nuestros artistas, como son los casos del V Centenario de la Catedral de Murcia, el Festival de Folklore del Mediterráneo, el cartel de Mazarrón para la Expo Sevilla 92, los Caballos del Vino 2006, entre otros tantos desde que en 1994 llegaran con una exposición al Palacio Almudí.
Como artistas polifacéticos, Francisca y Manuel viven un gran momento profesional. Recientemente han ubicado en Alhama de Murcia una escultura monumental de 8 metros de diámetro que representa una bola del mundo envuelta por más de 500 piezas de jamón elaboradas con acero corten, así como una sardina de 3 metros de alto hecha en pletinas y acero corten que han preparado por encargo.
Por otro lado, Manuel y Francisca preparan una exposición itinerante que les llevará por el Levante y comenzará este Septiembre en Barcelona.
Biografía
Francisca Muñoz y Manuel Herrera. Juntos forman Muher, un pseudónimo resultado del apócope de sus respectivos apellidos y que comenzó a fraguarse hace 25 años en el madrileño Barrio de Malasaña. Allí en los años 80 formaron parte del movimiento de la Movida, una corriente cultural necesaria para un país que despertaba de un largo letargo artístico.
Ambos se conocieron en un Aula de Dibujo Artístico. Artistas polifacéticos, incansables estudiosos del arte, mientras creaban e investigaban en un estudio diáfano que todavía conservan en la Calle Palma, estudiaban otras disciplinas como la Arquitectura y la Fotografía.
Manuel todavía recuerda la movida como un momento necesario para no parar de crear, de innovar dentro del ambiente más vanguardista que jamás había experimentado España. Como anécdota recuerda como antes de instalarse en su estudio, Pedro Almodóvar rodó “Pepy, Lucy Boom y otras chicas del montón”, su primera película.
Una casualidad que con Muher coincide en lo más destacado de aquel tiempo: el afán de aportar la vanguardia. Ellos a través de su pintura creada espontáneamente a dúo y que despertó el interés de otros artistas de la Movida como Alaska, quien les reveló la existencia de una pareja de artistas – Costus – que pintaban a dúo en el estudio que actualmente habitaban Manuel y Francisca: “la casa tenía duende”, evoca ella.
En lugares tan emblemáticos como la Galería de arte Moriarty, el Pentagrama, la Plaza del 2 de Mayo, o la Vía Láctea se congregaban artistas de todas las índoles para disfrutar de los proyectos que llevaban en marcha, idear nuevas técnicas pictóricas, o simplemente charlar de nuevos proyectos.
A Manuel y Francisca crear diseños e investigar empezaba a no ser suficiente fuente de inspiración, por lo que en el verano del 83 inicia su periplo viajero por las 7 islas canarias para que su paleta de colores se contagiara de nuevas ideas que trasladar al lienzo. Esta vitalista experiencia les sumergió en una dinámica que marcará el motor de su obra: los viajes.
Viajeros
Cada verano sirvió para que sus experiencias de viaje fueran el tema principal de sus cuadros. Fue un punto de inflexión en su carrera como artistas, pues sus obras pictóricas ya se concebían como la de un artista de 2 almas: Muher, esa pareja de artistas que buscan el impacto visual a través de la luz del color.
En el 84 ganaron el Premio Nacional de Collage, convocado por la multinacional Scotch 3M y que supuso una llamada de atención a grandes instituciones.
Con ese éxito cosechado, vino el apoyo de Iberia y el Ministerio de Emigración, instituciones que les brindaron la oportunidad de exponer con motivo del 5º centenario del descubrimiento en el Instituto de Cultura Hispánica en la República Dominicana.
A su regreso a Madrid recibieron, junto con los barones Thyssen y el Grupo PRISA, el galardón “Amigos de Madrid”. Un reconocimiento por sus inquietudes artísticas, que posteriormente se trasladaron a otros campos como la escultura con cristal, acero y tubos de neón. Asimismo Manuel terminó la carrera de Arquitectura, lo que vaticinaba una mayor producción artística gracias a la complementariedad que tanto representa las obras de ambos.
En ese imparable quehacer, la Asociación de Empresarios Japoneses en España – SUYOKAY - estuvo tan interesada en sus trabajos que les concedió una beca para viajar al país nipón. Tras 3 meses de recorrido por Japón, regresaron a España para presentar en Madrid una exposición que acercaba el ate y la cultura del país naciente a los europeos: “Impresiones de Japón”.
Sus pinturas llenas de luz y color retrataban desde sus emociones hermosos paisajes, festivales, arquitectura, teatro, y, por supuesto, los jardines de arena.
Era el año 90, y la movida “empezaba a viciarse”, por lo que Muher necesitaba buscar el ambiente que más les enriqueciera como artistas.
Así empezó la frecuencia de sus viajes, escapadas a países desconocidos – Indonesia, Alemania, Venezuela, Estados Unidos –, pero que más despertaba el interés de ambos por investigar y conocer esas culturas.
En ese ir y venir por el mundo, en el año 92 nació su hija María, que desde muy pequeña acompañó a sus padres por las numerosas exposiciones por toda la geografía española y parte del extranjero.
Junto con tal importante acontecimiento, Manuel y Francisca pararon en Murcia, donde en el año 93 expusieron en el Palacio Almudí. Su provisional estancia en la Región sirvió también para apreciar la tierra natal de Francisca: Totana, ciudad ubicada a los pies de Sierra Espuña y rodeada de amplios huertos de naranjos, limoneros, cipreses, almendros, y por supuesto palmeras. Un paisaje del que Muher decidió verse rodeado habilitando una nave industrial que convirtieron en estudio y que les permitió compaginar su trabajo con su taller de la Calle de La Palma en Madrid.
De sus estancias rodeados de la naturaleza murciana, Muher brindó algunos trabajos y exposiciones en Murcia - Totana, Caravaca, Mazarrón, Ceutí, Alcantarilla -, lo que le ha reportado muestras de cariño de personalidades del mundo de la política, la crítica, la empresa, entre otras instituciones del arte ubicadas en el extranjero. De hecho, los empresarios alemanes les patrocinaron para recorrer el país y retratarlo en una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
En la misma linea, la galería “America’s Collection” de Miami – Florida – les acoge bastante desde que en el 99 se presentaran con el apoyo del Banco Santander.
Creación natural
Si hay un elemento referente en la obra de todo artista, la palmera es la que más representa a Muher. Tanto que en el 2000 decidieron rodearse literalmente de naturaleza. Lo hicieron en Totana, donde adquirieron una granja con un terreno de 8000 m2, en cuya cumbre ubicarían su casa-estudio. Sus paredes de cristal dejan contemplar un paraje natural protegido repleto de palmeras, y la Sierra Espuña dominando el paisaje que tanto les inspira en la actualidad.
En esta envidiable ubicación cohabita su estudio creativo. Allí trabajan al unísono rodeados de bocetos, pinturas, lienzos y una amplia biblioteca sobre tratados de pintura, arquitectura, catálogos dedicados a sus exposiciones y un sinfín de proyectos en marcha como una exposición itinerante dedicada al Mediterráneo que recorrerá todo el levante español, el cartel de la Fiesta del Entierro de La Sardina en Murcia, la creación de una escultura que recrea una esfera de 8 metros de diámetro envuelta por 500 piezas de jamón en acero corten, así como otros proyectos arquitectónicos.
Actualmente se encuentran pintado los cuadros que conformarán su próxima exposición itinerante: “Mediterráneo”, una colección que comenzará en Septiembre.