Juan Martínez Mula es toda una institución en el mundo de la hostelería totanera, a la que ha dedicado los últimos 27 años de su vida. El bar que ha regentado los últimos 16 años, "El Cairo", se ha convertido en un punto de encuentro de numerosos vecinos.
Ahora, por motivos personales, Juan tiene que dejar el oficio de camarero, algo que sin duda van a sentir los muchos clientes de su bar, a los que cada día acompañaba con su gracia y sentido del humor desde detrás de la barra.
Juan Martínez comenzó a ayudar con sólo 12 años en el bar "La Rambla". El 21 de junio de 1979, día en que empezó, es una fecha que tiene grabada en su mente, pues fue el comienzo de su idilio con el trabajo de camarero. Cuenta que como no era demasiado buen estudiante y sus padres eran clientes habituales de este establecimiento, le propusieron estar ese verano ayudando al dueño. Enseguida -dice-, le gustó el trato con la gente, relacionarse, hablar... y el último año del colegio estuvo compaginando los estudios en el colegio "La Cruz" con el trabajo.
Desde allí pasó a trabajar al antiguo "Bar Kays" una temporada y luego empezó ya como profesional a trabajar en el bar "El Cojo", donde estuvo más o menos cuatro años, hasta que se fue a hacer el servicio militar. Allí estuvo también en el Club de Oficiales de Santiago en Cartagena.
A la vuelta comenzó a trabajar en el bar "Miami", donde estuvo entre los años 1987 y 1990, hasta que decidió ya establecerse por su cuenta.
De hecho, el 26 de septiembre de 1990 abrió sus puertas la cafetería "El Cairo", en el mismo lugar donde estaba anteriormente el bar "Don Gregorio".
Juan recuerda que la cafetería iba a llamarse en realidad "Maracaibo", aunque como era muy largo, decidió cambiarlo por algo más corto.
En "El Cairo" ha pasado gran parte de los últimos 16 años de su vida. Señala que poco a poco comenzó a ir haciendo clientes, gente que, dice, "aceptaba mi manera de ser y de servir, y poco a poco se fue juntando aquí un buen número de clientes fijos. Más que una cafetería, poco a poco se convirtió en el punto de reunión de un grupo de amigos, con confianza".
Recuerda con orgullo que se hizó también una peña que cada jornada liguera realizaba su quiniela y que precisamente el año pasado consiguió acertar una de 14.
Además, "El Cairo" se ha convertido en los últimos años en uno de los puntos neurálgicos del barcelonismo local: "Al ser yo del Barça, poco a poco, en la hora del fútbol los días que jugaba el F.C. Barcelona se convirtió esto como en un pequeño club, en el que se reunían aficionados para ver el partido, con sus bufandas, y había un ambiente culé, pero sano y deportivo". Precisamente, entre sus anécdotas guarda la de la primera Copa de Europa del F.C.Barcelona, en mayo de 1992, durante cuya celebración llenaron tanto de champán una gran copa, que aún hoy guarda, que el líquido se salió.
Tantos años tras la barra de un bar dan para muchos recuerdos y anécdotas. Entre éstas, Juan se queda, por ejemplo, con la gente de fuera que se acuerdan del local y cuando regresan a Totana por vacaciones o a pasar unos días siempre se acercan a tomar algo: "Haber mantenido una clientela fiel, es uno de los mayores orgullos", relata.
Otro momento que guarda en su mente es el homenaje que le tributaron recientemente los comerciantes de la calle La Fuente y cercanas con motivo de su santo.
Ahora, por motivos personales, tiene que dejar el mundo de la hostelería por un periódo de tiempo de al menos tres años. El 23 de septiembre, despues de 16 años detrás de la barra de "El Cairo", va a decir adiós a una etapa muy importante de su vida. "Después de 27 años en el mundo de la hostelería, un trabajo que me gusta mucho, por fuerza mayor tengo que dejarlo, y esto me crea una sensación de tristeza y vacío, aunque por mi carácter miro al futuro con optimismo", añade.
Juan Martínez Mula ya no estará cada día para alegrar con su sentido del humor y su carácter a sus clientes mientras desayunan o toman el aperitivo en "El Cairo". Deja, por un tiempo un oficio que lleva muy dentro de sí, aunque eso sí, "amenaza" con volver en cuanto pueda. Y cuando lo haga, muchos le recibirán con los brazos abiertos.