Tal y como adelantábamos en el anterior número de “Línea Local”, un grupo de totaneros descubrió la existencia de una antigua Totana en la región de Umbria (Italia).
Esta semana y continuando con la información que nos aportan sus descubridores, recopilamos más detalles de la existencia de esta ciudad y de cómo se llegó a encontrar su ubicación y lo real de su existencia en el pasado.
Así, en este número damos la palabra a uno de estos totaneros, el abogado Pedro López, quien nos narra la crónica de su viaje a Italia y su descubrimiento: Haciendo nuestras las palabras de Tito Livio en su Historia de Roma desde su Fundación, no sabemos con seguridad si merecerá la pena que contemos por escrito los avatares de nuestro “descubrimiento”; y aunque lo supiéramos, no nos atreveríamos a manifestarlo. Como quiera que sea, al menos tendremos la satisfacción de haber contribuido, en la medida de nuestras posibilidades a evocar unos hechos que tienen que ver con nuestra querida Totana, al menos en cuanto al nombre se refiere. Y si lo conseguimos nos servirá de alegría.
Nosotros, al igual que Herodiano, no queremos buscar ninguna fama preocupándonos poco por la verdad a cambio de cuidar el vocabulario y estilo o relatando hechos que linden con la leyenda, sino que lo haremos procurando el total respeto a la verdad y exactitud en los datos recopilados.
Inicios
Todo se inicia cuando cae en nuestras manos el libro Historia Antigua, escrito en el siglo XV. Lugar: La biblioteca antigua de la abadía de Nuestra Señora de Valvanera, en La Rioja. Allí, entre otros hechos, se narra la caída del Imperio Romano debida, entre otras causas, a la invasión de los pueblos “bárbaros” (del latín barbari: extranjeros). Como es notorio, la península itálica fue invadida por los ostrogodos a partir del 450 de nuestra era y por los longobardos sobre el año 568. El avance de estos últimos por la vía Flaminia dio lugar al ducado de Espoleto (en la actualidad pervive tal ciudad con el nombre de Spoleto, a unos 43 km más al sur de la antigua Totana), en la región de Umbria. Asentados en la parte central de dicha península, entre otras, fundaron la ciudad de Totana.
Y a partir de entonces comienza a bullir en nuestras mentes una idea: ¿Existe en la actualidad tal ciudad? Lo primero que se nos ocurre es acudir a Internet y buscar, a través de Google, todo aquello que nos pudiera conducir a despejar nuestras dudas. Pero el resultado fue negativo. Si alguno de los lectores hace un intento, verá que solamente aparecen reseñas ―y muchas― de nuestra Totana española. Incluso buscando con los vocablos “Totana Umbría Italia”, el resultado es que aparece en Asís un HOTEL TOTANA. Nos estábamos acercando. Llegamos a la conclusión de que la única forma de saber algo sobre la Totana italiana era coger unos billetes de avión y marchar a Italia. Y dicho y hecho. El día 20 de abril del 2006 embarcamos en Madrid a las 13 h en el vuelo Madrid-Milano-Roma. Y desde aquí, después de que Alitalia perdiera nuestras maletas en Fiumicino y nos las entregaran 3 horas después, marchamos en taxi hasta esta última ciudad, donde llegamos a nuestro hotel ―tras casi 200 km de recorrido― a eso de las 23.45 h. Merced a nuestro cansancio ―ya llevábamos de viaje desde las 7.30 h que salimos de nuestra Totana hacia Madrid― nos acostamos sin cenar y, al siguiente día, viernes 21 de abril, después de desayunar y alquilar un coche en el aeropuerto de Perugia, a 9 km de Asís, dirigimos nuestro rumbo hacia Nocera Umbra, distante unos 18 km de la ciudad de san Francisco. Allá llegamos alrededor de las 13.15 h ―es una ciudad pequeña, de unos 6.000 habitantes aproximadamente― y preguntamos por el Ayuntamiento. Tal y como nos informaron este estaba cerrado desde las 13 h, pero por la tarde se abría de nuevo. Acordamos quedarnos a comer allí en una pastelería-panadería-pizzería al no haber restaurantes. Y preguntamos al dueño y camarero que si sabía sobre la existencia de una ciudad, aldea o lugar llamado Totana. La respuesta fue negativa. Nunca había oído tal nombre. Comimos y seguimos preguntando entre los vecinos y en el Ayuntamiento, pero la respuesta fue siempre la misma: Nadie había oído hablar de Totana. Al no encontrarse por la tarde en tal Ayuntamiento los funcionarios más altos jerárquicamente hablando, conseguimos cita con el alcalde, el señor Tonino, y seguimos preguntando entre los vecinos sin resultado positivo. Pero un señor, agricultor ya jubilado, nos dijo que recordaba, aunque no con mucha seguridad, el haber oído hablar de la tal Totana a su padre o abuelo; que posiblemente se tratara de algún nombre antiguo; y que cree que se encontraba por donde la actual estación de ferrocarril (llamada Scalo, a unos 2 km más al suroeste de Nocera Umbra).
Así las cosas y habiendo ya casi oscurecido, abandonamos la ciudad camino de Asís, con la firme intención de regresar al siguiente día, a temprana hora. Como ya nuestros lectores habrán comprendido, nuestro ánimo había decrecido enormemente ante tan infructuosos resultados.
Al siguiente día, a las 11 h ya estábamos en el Ayuntamiento de Nocera Umbra y allí fuimos recibidos por Giuseppe Monteneri ―encargado del área de Cultura― el cual, de una forma afabilísima, nos atendió en su despacho y tras escucharnos quedó un poco sorprendido por varias cosas: La primera, que jamás había escuchado el nombre de Totana; la segunda, la ilusión y constancia con que habíamos allí llegado desde España única y exclusivamente para obtener esa específica información; y, por último, se sorprendió de que en el Sureste español existiera una ciudad denominada Totana ―homónima a la que andábamos buscando―. La desilusión que teníamos al caer la tarde del día anterior, seguía aumentando ante el desconocimiento del objeto de nuestra búsqueda. Merced a nuestra insistencia, Giuseppe cogió una guía sobre topónimos de la Región de Umbria y el resultado fue el mismo: no existía tal lugar. Le dijimos que el día anterior habíamos hablado con algunos vecinos y que uno de ellos nos dijo que Totana posiblemente era el nombre de un lugar que existió antiguamente y que estaba próximo a la estación de ferrocarril. Ante tal información, Giuseppe llamó telefónicamente a la historiadora nocerina doña Emanuela Toni, la cual descubrió el velo de lo que andábamos buscando. Fue ella la que, precisamente como tesis doctoral, había realizado un estudio titulado LA TOPONOMASTICA LONGOBARDA DEL TERRITORIO NOCERINO (aunque parezca increíble, este título está escrito en italiano, lo cual nos indica la similitud entre ambas lenguas), publicado en el libro UMBRIA LONGOBARDA, LA NECROPOLI DI NOCERA UMBRA NEL CENTENARIO DELLA SCOPERTA (Ministero per i Beni Culturali e Ambientali, Soprintendenza Archeologica di Ostia; Edizione de Luca; Roma 1997; 1.ª edizione), en sus páginas 135 a 160. Dentro de tal trabajo de investigación, en su apartado 2.2. Toponimi di origine longobarda.
Giuseppe nos regaló el libro más arriba indicado, un folleto con postales antiguas de Nocera Umbra y la fotocopia del Catastro acabada de reproducir. Nosotros, le dimos los ejemplares de los últimos números publicados de nuestra “Línea Local”, así como 3 ejemplares de cada uno de los siguientes libros, todos ellos de don Mateo García Martínez: Totana, imagen de sus gentes, Totana en imágenes (I), Totana en imágenes (II) y La Santa de Totana. Fervor de un pueblo.
Con ello finalizó nuestra gratísima entrevista y, ya dispuestos a irnos, para nuestro gozo, saliendo del edificio municipal, nos encontramos a don Paolo, el actual propietario de Colle Totana, que puede verse en una de las fotografías de LÍNEA LOCAL del último número publicado. Giuseppe, con su extremada amabilidad, nos lo presentó y charlamos unos minutos. Paolo, sí sabía que su finca estaba situada en la actual Colle Totana, lo que no sabía es que en el Sureste español (¿cerca de Benidorm?, nos preguntó para orientarse) se encontraba una ciudad de casi 30.000 habitantes, cuyo nombre coincidía con el de su propiedad: TOTANA.
Nuestra despedida no fue un adiós sino un arrivederci (hasta luego). Y nos manifestaron su alegría por volver a ver a los totaneros españoles en Nocera Umbra. Les prometimos un pronto retorno para estudiar más a fondo toda la historia de la Totana italiana. Nos afirmaron que pondrían a nuestra disposición toda la información al respecto.
Y para celebrar nuestra incontenible alegría, en un bar de las cercanías, ya cercana la hora de la comida, con un clima maravilloso ―idéntico al de nuestra Totana―, pusimos fin a nuestra estancia en Nocera Umbra con unas frescas y buenas cervezas.