Si un entrevistador se parara al lado de la farola de la puerta de la iglesia y preguntara a los totaneros que pasaran: ¿sabría decirme el nombre de cinco totaneras ilustres? Además de Bárbara Rey, ¿a quiénes más nombrarían? Bueno, pues dígame solo tres. Difícil, ¿verdad?
Esta pregunta viene a cuento porque el otro día, paseando por Totana, caigo en la cuenta de que la mayoría de edificios públicos con nombres de personas de aquí, o que vinieron de fuera pero que desarrollaron su labor social en favor de Totana, son nombres de hombre: ciudad deportiva Valverde Reina, pabellón de deportes Manolo Ibáñez, biblioteca Mateo García, teatro Ginés Rosa, colegio Pérez Rueda, centro de Lectura Munuera y Abadía, auditorio Marcos Ortiz, jardines Ramos Camacho, campo de futbol Juan Cayuela… Excepto las escuelas infantiles doña Pepita López Gandía y Carmen Baró no encuentro a otras totaneras oriundas o de adopción a las que se haya homenajeado dedicándoles un edificio público. Sí las hay con calle, hablaremos de ellas en otro artículo.
¿Por qué sucede esto? ¿Acaso no hay mujeres notables en nuestra historia? Juan Cánovas Mulero en su publicación Totana en algunas de sus insignes protagonistas, mujeres para el recuerdo y la admiración nombra a las siguientes: Juana de Castilla Ramírez De Arellano en el XVIII, dama principal que ganó un concurso de la compañía de Jesús con un poema satírico dedicado a San Luís Gonzaga y San Estanislao de Kostka; las hermanas pintoras Josefa y Mª Luisa Martínez Aledo entre el XVIII y el XIX que continuaron el oficio del abuelo y el padre; Pilar Crespo Aledo, una poeta reconocida por la prensa de la época pero de la que apenas quedan vestigios de su obra. Carmen Baró que llevó a cabo una importante labor docente al igual que Hortensia Martínez Inchaurrandieta, ya en la primera mitad del siglo XX. Ambas fueron propuestas como concejalas. Hortensia no llegó a tomar posesión del cargo. Juan Cánovas destaca además la labor de las Hermanas de la Caridad en el colegio, el hospital y el asilo que tuvieron a su cargo desde finales del XIX hasta nuestros días; el trabajo de las Siervas de Jesús (las monjas chicas) en la primera mitad del XX atendiendo a los necesitados; también recuerda a todas las mujeres trabajadoras que ayudaron con su esfuerzo a lograr nuestra actual prosperidad.
Poetas, pintoras, maestras, cuidadoras y obreras. ¿Y nada más? ¿No hubo matemáticas, músicas, filósofas, científicas, historiadoras…? ¿Y si las hubo y todavía están por descubrir? ¿Y si las condiciones en las que han vivido las mujeres han imposibilitado que pudieran desarrollar sus talentos? De todas maneras, una pérdida lamentable.
Ahora, en Totana, hay mujeres catedráticas, médicas, biólogas, informáticas, ingenieras, veterinarias, deportistas, empresarias, músicas, políticas… Todas aportando a la sociedad, todos beneficiándonos de ello. Reconozcamos y celebremos que hombres y mujeres vivamos en sociedad a la par.
Dolores Lario