Fui vecino de esta calle los diez primeros años de mi vida totanera gracias a que mi amigo Luis Lafuente me encontró un ático, disfruté esa vecindad y viví una cierta transformación de la misma. Es una calle emblemática de Totana, céntrica como pocas y agradable por su vecindad.
Se inicia en la misma esquina del Ayuntamiento teniendo como entrada por la parte derecha el edificio del Gran Casino, que si su fachada no es importante sí lo es el hermoso salón modernista y la agradable pecera con enorme cristalera mirando al centro de la ciudad, un remanso de paz que podía ser un eje cultural de Totana. Al final de esta calle hay una bella y recoleta plaza con macetas y flores que me gustaba visitar a veces.
La repostería del Casino ha tenido diferentes alternativas en estos treinta años, pues han sido diferentes los concesionarios que la han llevado. Ahora es un gastro bar con una cuidada cocina a cuyo frente está Luismi, joven cocinero totanero forjado en la Escuela de Hostelería de Murcia, que nos ofrece una cuidada carta con originales y bien cocinados platos, y confecciona una cuidada repostería.
Frente al Casino estaba la Taberna del Cojo, de la que guardo geniales recuerdos de mi amigo Antonio comandando la barra y su esposa al mando del timón de la cocina, de sus tapas, su agrado y bonhomía, así como el agradable ambiente que se respiraba porque lo creaba él y donde fui conociendo a mucha gente que hoy es amiga. Hubo ratos de imposible olvido, charlas con gente interesante, aprendizaje de cosas de Totana y una gran cantidad de hermosas experiencias.
Está en ella la imponente casa del General don Ángel Aznar, fachada ecléctica que recuerda los años de grandeza de la familia del prócer que tanto hizo por Totana desde su privilegiado puesto cercano a los reyes, como la declaración de ciudad. Este edificio es ahora propiedad del Ayuntamiento y, si mi criterio valiera algo, debería dedicarse a sede del Museo de la Ciudad, de urgente necesidad, y con capacidad suficiente para albergar los posibles legados a tan docta institución.
Hubo establecimientos emblemáticos como la librería de Luis Nicolás, siempre paseando por la acera leyendo un libro, donde adquirí algún que otro librico, la barbería del fallecido Salva o el Bar Mediterráneo que una vez llevó el genial Pascual y ahora en ese local el inefable Dionisio Puertas nos ofrece hierbas y remedios medicinales de la propia naturaleza de la que tan conocedor y amante es.
Me contaron los arqueólogos que en el subsuelo de esta calle hay restos de construcciones romanas que aparecieron en unas reparaciones que hicieron, que desconozco su valor e importancia, si bien al no seguir trabajando en ellos no deben ser significativos.
Desconozco a qué Vidal Abarca está dedicada la calle, pero es un apellido que ha aportado grandes personajes a España y a la Región de Murcia.
Juan Ruiz García