Naturalmente cuando se hizo la villa de Totana en la encrucijada de caminos a Lorca, Murcia y Mazarrón, las familias más acomodadas pudieron hacerse con los mejores terrenos para construir sus viviendas y de ello aún nos quedan vestigios en calles como Mayor Sevilla, Mayor Triana, Avenida de La Santa, Cánovas del Castillo y algunas, porque en ellas se mantienen de pie casas de finales del siglo XIX y principios del XX que nos dicen de la calidad económica de sus habitantes.
Siempre es interesante contemplar estas edificaciones que nos hablan de un pasado en el que, dentro de las escaseces que tenía, determinadas familias tuvieron el poder y el buen gusto de construirse viviendas, más bien casonas, que hicieran distinguir la calidad de los vecinos, pero sin olvidar en ellas la cobertura de las necesidades propias de su economía rural. Es fácil comprobar que en la mayoría existen en las partes traseras o laterales las llamadas puertas de parador, que daban acceso a un patio con cuadras para los animales y pajar sobre ellas, algo que podemos ver todavía en algunas con una ventana y una garrucha para subir el pienso para los animales tras la cosecha, pues la agricultura era el origen de su prosperidad.
Entre estas calles destaca sin duda la calle Santiago, la que lleva el nombre del patrón, que se inicia en el principio de la calle Mayor Sevilla, junto al lateral de la iglesia del mismo nombre y teniendo a su espalda la puerta secundaria del edificio consistorial. Tiene en su recorrido hasta la Cañada de Zamora diferentes anchuras, es decir, que no es completamente recta.
Tiene ese aire de calle señorial como manifiestan algunos de las edificaciones de tipo clásico que están datadas a principios del siglo XX, mezcladas con otras de tipo inferior, poniendo de manifiesto que entre los habitantes de la calle los hubo de diferente poder adquisitivo. Afortunadamente aún quedan algunas casas como al inicio a su derecha, la que está Cáritas en el bajo. Tiene el estilo clásico de las casas de los terratenientes de esas fechas, edificación noble con fachada que recuerda el Barroco.
Más adelante y en la misma acera está el caserón de la familia Arnao Quadros, de fachada menos significativa pero con un excelente mirador que también nos habla de glorias pasadas. En la acera de la izquierda en el siguiente tramo está la casa de Eusebio, en la que tuvieron la tienda de confecciones, para pasar a continuación a la de León Arnao, que hace chaflán con la calle Álamo. Casi llegando a la Cañada de Zamora y en su lateral derecho está el solemne edificio ahora deshabitado de don Paco Cabrera, enorme fachada con bella rejería y de considerables dimensiones.
En verdad la calle Santiago es una vía importante y no es porque viva yo en ella, sino porque tiene ese regusto de mezcla de clásico y moderno que la hace singular. Tiene en su segundo tramo una rinconada muy especial que los totaneros llaman el Rincón del Ajo, en recuerdo de una vieja taberna en la que la esposa del propietario hacía por las tardes llandas de patatas al horno con alioli, ajo llamamos aquí, y la exquisitez de esta salsa se hizo famosa de tal modo que dio nombre a esa ligera ampliación de la calle.
En esta calle se celebra de forma especial la festividad del patrón de Totana, pues la noche del 24 al 25 de julio se celebra una verbena con concierto y barra de bar que organizan los comercios del vial y que proporciona una noche de solaz alegre y sirve de motivo para reunirse los amigos y habitantes de la misma.
Juan Ruiz García