Envuelto en una atmósfera luminosa, en el radiante escenario de los paisajes del interior de la vieja piel de toro, con un lenguaje que seduce por la intensidad, el vigor y la agilidad de sus formas y giros, con un argumento que transforma lo estereotipado del personaje en la grandeza de un líder que, generoso, audaz, honesto, leal y comprometido, invita a cabalgar en su mesnada, a sentir el palpitar de sus gestas, los olores del esfuerzo, los espasmos de temores y angustias, pero también el preciado bien de los logros, configura el escritor y académico cartagenero Arturo Pérez-Reverte su obra Sidi (Señor). Una integridad del ser medieval que forja el rumbo existencial de un héroe de perfiles e inquietudes verosímiles, con el que es posible identificarse, fusionarse a sus anhelos hasta envidiar la entereza que conduce sus pasos.
Esta obra ya de por sí construida con la urdimbre del rigor científico e histórico y que es todo un regocijo de lucidez y encanto, se complementa con el magnífico ensayo que sobre Sidi ha compuesto nuestra querida y admirada paisana, la totanera, catedrática de historia medieval de la Universidad de Murcia, María Martínez.
En su estudio que lleva por título Entre la historia y la novela, abre una puerta por la que llegan las brisas de la tierra de frontera por la que cabalgó el Cid, el discurrir de su diario caminar, su autoridad, rigor y autenticidad, caracteres entre los que germina la benevolencia.
Pero, además, los aromas que embalsaman ese viento acuden en ayuda del lector para guiarle en la comprensión de la hondura del relato de Pérez Reverte. Esas mismas fragancias lo acompañan por la hombría y probidad de Ruy Díaz, por las motivaciones de su andadura, desvelando su relación entre hombres y paisaje.
Se concluye este riguroso quehacer con una serie de anexos en los que la bibliografía, el lenguaje, las identidades y lugares en los que Sidi desarrolla su tránsito vital, ofrecen un bálsamo de discernimiento, de entendimiento, de acercamiento a un contexto en el que se acrisola lo legendario con lo histórico, lo real con la ficción literaria. Tal y como precisa la ensayista, ambas acepciones se vinculan y coaligan, en tanto que "la buena novela como es Sidi, es una forma literaria de historiar una realidad pasada de forma más atractiva que la narrativa de entresijos académicos, eruditos, historiográficos e interpretativos varios"; pero ante todo incide en que "Sidi es la humanización de la leyenda, la deconstrucción del mito cidiano y puede ser considerada también un medio de interesarse por la historia a través de la literatura".
En tanto que ambos trabajos coadyuvan a adentrarse en el laberinto de conmociones políticas, económicas, ideológicas y estratégicas que confluyen en el ciclo cronológico del Cid, es una inigualable oportunidad para, disfrutando de la lectura de Sidi, penetrar en la complejidad de ese tiempo a través de la sugerente y documentada investigación de María Martínez.
Nuestra admiración a la capacidad constructiva de Pérez-Reverte, a la frescura y maestría de una fascinante composición, una pieza engarzada en una trayectoria literaria de alto nivel, una joya en la que todas y cada una de las piezas que la componen deslumbran con identidad propia por su impresionante calidad. Asimismo, un reconocimiento al valioso quehacer de María Martínez, a la destreza de sus aportaciones, centradas gran parte de ellas en el medievo, un periodo que, oscurecido por otras corrientes que vieron en él tan solo tinieblas, se nos presenta, gracias a estas contribuciones, como una etapa de plenitud, en la que una vez más la audacia del ser humano, de los hombres y mujeres de esa época, impulsados por la necesidad de afrontar un concreto presente, se implican con tesón por asentar sus ritmos vitales ante las adversidades de su existencia.
Juan Cánovas Mulero
