Paso la palabra. Para meditar cada día: 22/1/2025

Paso la palabra. Para meditar cada día
Paso la palabra. Para meditar cada día: 22/1/2025
Por Jesús Aniorte

1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.

Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.

2. La palabra de Dios

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftali. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redel con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. (Mateo 4, 12-23).

1.      En el evangelio de este domingo San Mateo nos presenta como el prólogo-síntesis de lo que será la misión profética de Jesús. Dos elementos característicos de esa misión aparecen en él: Jesús predica y Jesús confirma su enseñanza con las obras que hace. El comienzo fue el anuncio de una alegre noticia: “está cerca el reino de los cielos”:  Dios va a comenzar a realizar su proyecto salvador del hombre, el señorío de Dios -que es Amor-  sobre el mal, el egoísmo, el odio, el sufrimiento, la injusticia, el pecado... está ahí. A quienes escuchan, la proximidad del Reino les exige acogerlo, convertirse. De ahí la llamada de Jesús: “Convertíos.”Hay que cambiar de criterios orientadores de la vida para adecuarlos a la voluntad de Dios. Entonces nos daremos cuenta de que Dios nos ama, que Dios está cerca de nosotros y viviremos más unidos a él. Ésta llamada la haces hoy, Señor, a nosotros. A veces vivimos tan instalados en una fe rutinaria, poco exigente, de ir tirando, que, al oír la llamada a la conversión, a hacer una opción personal y más radical por ti y por tu Reino, pensamos que no es para nosotros, Señor, que escuche tu llamada, que no tema optar decididamente por ti y por tu Reino.

2.      Jesús anuncia el Reino y lo muestra: “Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo”. Diríamos: teoría y práctica, anunciar y actuar. Al anuncio han de acompañar acciones concretas de ayuda a los que sufren, que ratifiquen lo anunciado. Las curaciones de Jesús eran signos que ponían de manifiesto la realidad del Reino que anuncia, un Reino donde no hay lugar para el mal y el pecado. La conversión, por tanto, o pasa por el compromiso en la lucha contra el mal y el pecado, o será sólo de nombre. Nosotros, los cristianos, hemos de continuar la tarea iniciada por Jesús: a este mundo nuestro atribulado, sometido a tanta injusticia, violencia y dolor... hemos de anunciarle la alegría del reino de Dios. Pero al estilo de Jesús: con la palabra y con las obras. Sólo entonces seremos testigos creíbles de la buena noticia de Jesús. ¿Lo hacemos así, o nos quedamos en el anuncio, sin acciones de servicio, de entrega y compromiso liberador de los que sufren? Señor, que no prediquemos sólo, sino que demos también trigo, que hagamos obras del Reino. 

3.      Después de anunciar la buena noticia del Reino y llamar a la conversión, vemos a Jesús que se busca unos colaboradores: “Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. Más adelante, llamó a Santiago y Juan. Jesús necesitaba, y sigue necesitando, colaboradores para la tarea iniciada. Para ello nos llama también a cada uno de nosotros. Ojalá respondamos a su llamada con tanta rapidez y decisión como aquellos pescadores. Por otra parte, empieza Jesús su predicación en la Galilea de los paganos, la región de Palestina más paganizada y alejada de la práctica religiosa. En ello ve san Mateo el cumplimiento de las palabras de Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló.” Este mensaje es también para hoy: hace falta que la luz –que es Cristo-  llegue hoy a los más alejados, a los que viven sumergidos en la oscuridad, en el dolor, en la opresión. Y para que les llegue la luz de Cristo y conozcan el amor de Dios manifestado en Jesús, nos ha llamado el Señor. Que no te fallemos en el encargo, Señor... ¡Este mundo necesita tanto de ti...!

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.

22/1/2025


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