Paso la palabra. Para meditar cada día: 22/2/2025
Por Jesús Aniorte
1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: - ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. ( Mateo 16, 13-19). 1 Ante la pegunta que Jesús hace a los discípulos sobre quién dice la gente que es el Hijo del hombre, ellos le resumen lo que anda diciendo la gente: Que si es Juan el Bautista, que si Elías, que si Jeremías, que si cualquier otro profeta. Pero parece que lo que realmente le interesa a Jesús es qué piensan ellos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Es la pregunta que nos hace a nosotros hoy. Pedro en aquella ocasión respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Y yo, Señor, con la boca, ésa es la respuesta que doy siempre a los que me preguntan por ti, porque es lo que aprendí desde niño. Pero, hoy, ante la pregunta que me haces, me pregunto si, de verdad, eres para mí el Señor, el Salvador; si mi vida es eso lo que confiesa. 2 ¡El Señor! Confesaremos con nuestra vida que Jesús lo es, cuando le aceptemos totalmente, sin regateos, sin escamotearle nada. Cuando él sea lo primero para nosotros. Cuando encarnar su mensaje en nuestra vida diaria sea lo más importante: por encima de la comodidad, del egoísmo, del orgullo, de toda sed de placer, de toda ansia de poder, de todo deseo de bienes materiales, de la vida misma... Como lo fue para Pedro, que murió por confesarle como su Señor. A nosotros ¿qué es lo que nos interesa? ¿Qué buscamos con ansia, con verdadero interés? ¿Por qué somos capaces de sacrificarnos? ¿Para qué tenemos tiempo? ¿Podemos responder que es Jesús, o son otras cosas? ¿Podemos decir, con verdad, que Jesús es nuestro único Señor? Confieso, Señor, que mi deseo es que lo seas; pero ¡qué lejos estoy de ello! Ayúdame, Señor, a renunciar a tantos otros “señores” a los que aún sirvo, a veces más que a ti. 3 ¡El Salvador! Confesaremos con verdad y no con palabras vacías que Jesús es nuestro Salvador, cuando vivamos como salvados, liberados del pecado: del egoísmo, de la insolidaridad, de la injusticia, del orgullo, de la envidia… Pero si nuestra vida sigue regida por el pecado, si seguimos pensando en nosotros y en nuestros intereses y conveniencias, sin que me importen gran cosa los demás... ¿nuestra vida no desmiente lo que confiesa nuestra palabra? Nietzsche nos gritaba a los cristianos: "Tenéis un salvador muy pobre... ¿De qué os ha salvado? ...No nació en mí la idea de matar a Dios. Lo hallé muerto en la vida de los cristianos." Este es nuestro pecado. Cristo no es Alguien vivo para muchas personas de hoy, porque no lo descubren viviendo en nosotros, los cristianos. Señor, ten misericordia de nosotros, perdónanos. Conviértenos a ti. Que dejemos que tomes posesión de nosotros. Que reflejemos tu vida para que los demás crean que no estás muerto, que vives y puedes dar sentido a sus vidas, como lo das a las nuestras. Y tú, Pedro, ruega por tu sucesor, el Papa. Y ruega por todos los cristianos, para que el Padre nos revele definitivamente, como a ti, que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios vivo.
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
22/2/2025
Artículos de "Al hilo de la vida y de mis reflexiones"
|