Transcurridas ya siete décadas, el año1953 tuvo para Totana especial relevancia, pues comenzaba a fluir por varias fuentes públicas, ubicadas en diferentes barrios de la localidad, el agua del Taibilla. Todo un reto que veía la luz después de un largo tiempo de esfuerzos e inversiones.
Con esta iniciativa se superaba la subordinación que durante siglos tuvo la población del abastecimiento procedente de los nacimientos de La Carrasca y de Los Frailes, ambos en la Sierra de Espuña.
Con gran júbilo refería este logro el entonces corresponsal del diario Línea, Plazas López, al señalar, en julio de ese año, que "este precioso líquido", "derraman las fuentes públicas desde hace algunos meses". Con la ejecución de esta infraestructura se aseguraba la tranquilidad y suministro a los vecinos proveyéndoles con las aguas de un fecundo manantial como era el del Taibilla. Paralelamente, se estaban llevando a cabo trabajos para acercar este servicio a los domicilios particulares, dotándoles, igualmente, de desagüe. Se encontraban entonces las calles levantadas, "debido a la canalización que está próxima a terminarse".
Con estas instalaciones se descongestionaban los escasos puntos de aprovisionamiento que poseía el núcleo urbano y que los testimonios gráficos de época ponen de relieve las largas colas que se generaban en sus inmediaciones, resultando muy llamativa la cantidad de cántaros que esperaban pacientemente el poder recoger tan fundamental elemento, imágenes que salieron de nuestras fronteras, despertando intensa curiosidad. Progresivamente desaparece la figura de los aguadores, populares personajes que ejercieron una principal función durante siglos, acercando el agua a algunas viviendas de la localidad, pues en los años siguientes se fue extendiendo la red de agua potable.
Para facilitar el acceso de los vecinos y suprimir las impopulares colas se fueron construyendo fuentes en diversos puntos de la población, una actuación que se extendió a lo largo de los siguientes años. Sabemos que, al menos, en 1953 se inauguraban dos de ellas: la de la calle de Las Parras, en agosto y la de Raso Andreo, en septiembre, como también otras con motivo de las fiestas patronales en honor a santa Eulalia, en el mes de diciembre.
Imagen de la desaparecida fuente existente en el Raso Andreo. La fotografía no es de la fecha de su inauguración, celebrada a mediados de septiembre de 1953 con motivo de la Feria, de la popular "Fiesta de los Burros", sino de un tiempo después. Para su bendición, a la que asistieron las autoridades locales, tanto políticas como religiosas, se engalanó ese entorno y las calles adyacentes, concluyendo "con una extraordinaria verbena que resultó animadísima". Fotografía gentileza Ginés López.
Juan Cánovas Mulero