La Santísima Trinidad (C)

Paso la palabra. Para meditar cada día
La Santísima Trinidad (C)
Por Jesús Aniorte

1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.

Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.

2. La palabra de Dios

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:- «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará. » (Juan 16, 12-15)

1.      La fiesta de la Santísima Trinidad nos habla del Dios en el que creemos: un Dios que es uno, pero no, un solitario, sino un Dios que es Amor y es Familia. Dice José A. Pagola: “Dios, en su realidad más profunda, es «amar» y «dejarse amar», es «dar amor» y «recibir amor», es «donación» y es «acogida». En el Credo confesamos: “Creo en Dios Padre, en Jesucristo, su Hijo… en el Espíritu Santo.”  Pero ¿lo confesamos también con la vida?  Sabemos que la fe no es sólo cuestión de palabra; la vida debe avalar la sinceridad de nuestra palabra. Dice el Génesis que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. “Por eso, -dice Juan A. Pagola- creado a imagen de Dios Padre, fuente de amor, el hombre está hecho para amar; no se saciará nunca encerrándose en sí mismo, sólo será feliz en la entrega amorosa. Creado a imagen de Dios Hijo, el hombre está llamado a recibir amor, y quien no sepa dejarse amar no será nunca verdadera y plenamente humano. Llevando en su mismo ser la impronta del Espíritu de Dios, el hombre está llamado a vivir la vida como misterio de comunión, creciendo y desarrollándose en el amor interpersonal.” ¿Es esto lo que refleja nuestra vida? ¿Quienes nos ven vivir pueden decir: “se nota que su Dios es Amor, es familia?” 

2.      Nuestra tarea de cristianos, de creyentes en la Trinidad, es construir la familia de los hijos de Dios y, animados por el Espíritu, vivir el amor filial al Padre y el amor fraternal a los hombres. De modo que podríamos decir, que mostramos cómo es el Dios en el que creemos, cuando vivimos el amor, la fraternidad, la entrega, la comunión.  Lo de M. Estradé: “Dije al almendro:”Háblame de Dios”, y el almendro floreció. Dije al pobre: “Háblame de Dios”, y el pobre me ofreció su capa. Dije al amigo: “Háblame de Dios”,-y el amigo me enseñó a amar”. Dije a la madre: “Háblame de Dios”, y la madre me dio un beso en la frente.  Dije al enemigo: “Háblame de Dios”, y el enemigo me tendió la mano”… Y san Agustín decía: “Creer en la Trinidad es vivir la caridad.” Sólo “contagiados” de la enfermedad del amor, de la fraternidad universal, del respeto, de la entrega, de la comprensión, del servicio… mostraremos cómo es nuestro Dios. Señor Jesús, tú, que moriste de esa maravillosa enfermedad, contágianosla  a nosotros.

3.      Señor, somos débiles, vivir nuestra vocación de creyentes en la Trinidad, sobrepasa nuestras fuerzas. Danos el Espíritu, que es Amor y que es Fuerza. Con su fuerza sí podremos cargar con nuestra vocación de testigos de la Trinidad.

Oh Palabra del Padre, te escuchamos; / oh Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh Espíritu de amor, ven a nosotros;/ Señor, Dios nuestro.
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,/ haced de nuestras almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,/ Señor, Dios nuestro. (Himno de la liturgia).

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.

26/05/2013


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