Paso la palabra. Para meditar cada día: 23/11/2024
Por Jesús Aniorte
1. Preparación
Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (San Mateo 25, 31-46). 1. Hoy, último domingo del año litúrgico, el evangelio nos presenta la parábola del juicio final, en la que se nos recuerda, que el camino y la llave que nos abre la puerta de la vida eterna es el amor que se hace entrega y servicio a los más pobres y necesitados. Este será el criterio que utilizará el Señor para distinguir entre los que le han seguido con sinceridad y han pertenecido de verdad a su Reino de Amor. Y la razón es que él está y nos sale al encuentro en los más necesitados: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." 2. A veces me he preguntado qué habríamos hecho muchos cristianos, de habernos encontrado presentes, por ejemplo, en el momento de la Pasión. Hoy pienso que, seguramente, lo mismo que aquellas gentes de Jerusalén que estuvieron presentes: habríamos visto a un hombre hecho un guiñapo, nos habríamos conmovido bastante… y nos habríamos ido a casa pensando que era una brutalidad, que no se puede tratar de esa manera a una persona. Pero sin hacer nada a favor de aquel hombre tan maltratado. Porque ¿no es esto lo que ahora hacemos, generalmente, cuando el Señor nos sale al en encuentro en el que sufre, en el pobre, en el emigrante, en el necesitado? Y es que no terminamos de creer en la Palabra de Cristo cuando ésta nos complica la vida. Creemos que, en la eucaristía, Cristo está en un pedazo de pan, porque Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo”. Pero Cristo también dijo: “lo que hicisteis con cada uno de estos a mí me lo hicisteis”, y ya vemos cómo nos comportamos… ¿No será, Señor, que creer en la Eucaristía nos complica menos la vida que tomar en serio que estás en el prójimo y quieres ser servido y atendido en él? ¡Qué respeto, cuidado y veneración tenemos los cristianos a la eucaristía! Y debemos tenerlo: allí estás tú, Señor. Sin embargo, ¡cuánto descuido, olvido y hasta falta de respeto ante el prójimo necesitado! ¡Y tú estás también en él! Señor, que ante tu Palabra no “seleccione” qué creer y qué no creer o creer a medias… Concédeme que crea en todo. 3. Preguntémonos hoy a qué personas podemos prestar ayuda y no hacemos nada… ¿Qué podríamos hacer por ellas? ¿Qué podemos compartir con los que nos encontramos en el camino para aliviar su sufrimiento y su desgracia y no lo hacemos: bienes materiales, tiempo, atención, interés…? Cristo que nos ama con una ternura inmensa y ha dado la vida por nosotros, quiere que reconozcamos su rostro en el rostro de todos los que sufren o lo pasan mal. Y si no lo reconocemos, hoy nos dice que, cuando al atardecer de la vida nos examine del amor -como dice san Juan de la Cruz- tampoco nos reconocerá a nosotros. ¡Qué triste desgracia, Señor, escuchar: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.” Señor, que no te veas obligado a pronunciar esa sentencia terrible sobre mí; que te reconozca y te sirva en cada necesitado que encuentre en mi camino.
3. Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.
23/11/2024
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