Deporte para todos, como el agua
Totana, por lo que dicen los papeles y circula por internet, va a contar con una ciudad deportiva que se llamará “Sierra Espuña”. Al natural y presunto regocijo por semejante infraestructura debe unirse el, a mi juicio, acierto del nombre, puesto que los alhameños llevaban camino se apoderarse de la imagen de esta sierra, a tenor del uso que hacen de ella (al margen de lo que le corresponda en km 2 ), incluyendo lo que pertenece estrictamente a Totana, que es la mayor parte. Basta darse una vuelta por las páginas web que circulan por ahí para caer en la cuenta de la afición de los alhameños a barrer para casa en este asunto de Sierra Espuña, donde siempre que pueden anteponen su nombre, se meten en nuestra cocina, se lo guisan y se lo comen, y aquí paz y después gloria.
Bueno, estábamos en que vamos a tener una ciudad deportiva que se levantará al este de Los Yesares y El Parral, según se desprende de la primera piedra que se colocó el pasado 20 de julio y que, por lo leído, estará lista para mayo de 2007. O sea, que coincidirá con las próximas elecciones municipales, aunque ni se me pasa por la cabeza pensar ni voy a caer en la ordinariez de creer que lo hayan calculado así, y todo se debe, sin duda, a una casualidad. Sea como fuere, nuestro deporte está de enhorabuena.
Al mismo tiempo, supone una satisfacción ver cómo un buen montón de ladrillos se van a dedicar en esta ocasión a objetivos distintos de los que llevan camino de convertir la Región de Murcia en un Comunidad Autónoma urbanizable, ladrillera y residencial, especialmente desde la autovía del Mediterráneo hacia la costa, que, con tanto duplex y casitas tipical spanish van a dejar la Región que no la va a conocer ni la madre que la parió. Pero, bueno, estábamos con la Ciudad Deportiva.
No puedo por menos que remontarme a los tiempos heroicos en los que en Totana todo el deporte se reducía al fútbol y teníamos un campo -el de Las Peras, junto al Instituto Laboral- sin vallas, sin vestuarios, sin redes en las porterías, más parecido a un pedregal donde si no frenabas la carrera en las bandas podías plantarte en medio de la carretera general, arrastrar el culo por un bancal (o por un zarzal, como en el tute), o subirte violentamente a un almendro. Los jugadores se cambiaban en un sequero de pimientos, colgaban la ropa en una olivera y descansaban sentados en el suelo, pues llevar sillas o banquetas allí era todo un lujo y un gasto, pese a que los buenos aficionados se retrataban en la mesa junto a la entrada (claro, tampoco había taquillas), lo que nos hizo que saliéramos en algunos periódicos del país destacando el aspecto cívico de los aficionados totaneros. ¡Cómo han cambiado las cosas!
Hoy, para la futura Ciudad Deportiva “Sierra Espuña”, nos anuncian que en los 170.000 m 2 del recinto habrá, además de un estadio de fútbol, un pabellón cubierto para 1.000 personas, dos campos de fútbol de césped artificial, pistas de “paddle”, circuito de “jogging”, pistas de atletismo, automovilismo y polideportivas, zona acuática (agua para todos) y no sé cuantas cosas más, aparte de 600 plazas de aparcamiento, cuya concesión, en puesto de dársela a los de siempre, podrían estudiar de confiársela al colectivo de inmigrantes magrebíes (que podrían buscarse socios subsaharianos en plan sociedad anónima, por lo de indocumentados), que, por lo visto, se están especializando en este negocio de controlar en plan masivo los estacionamientos al aire libre en ciudades como Murcia.
De seguir esto así, Totana se va a convertir en una cantera de deportistas por el alto número de instalaciones. Aparte de los aficionados a la fórmula 1 que hacen sus prácticas por la carretera de La Santa sin que a nadie se le ocurra adoptar serias medidas contra la velocidad por la zona de los huertos, puesto que aquello ya es como una calle más, la cosa se va a poner que va a dar gusto. Claro que si a la población inmigrante y a los miles de guiris que se van a instalar en tantas urbanizaciones que se nos anuncian les da por hacer deporte, los totaneros de nacionalidad van a tener que sacar número hasta para pasear en chándal. ¿Ha pensado alguien en esto? ¿No? Pues, al tiempo.
Ginés Rosa
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